El Gobierno boliviano ha estado negando sistemáticamente la presencia de cárteles extranjeros de la droga en Bolivia, pese a que hasta la Policía Nacional ha lanzado varias alertas sobre la penetración de estas mafias en el país. La última advertencia la hizo hace unos días la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (ONUDD) sobre el avance del poderoso grupo mexicano denominado “Los Zetas” autor de cientos de crímenes en la frontera con Estados Unidos.
La confirmación plena sobre las intenciones de los narcotraficantes mexicanos de controlar el territorio boliviano la ha dado justamente el embajador de México en Bolivia, quien ha afirmado que es preocupante el avance de bandas internacionales en la región. La declaración la hizo durante una reunión celebrada esta semana en La Paz entre autoridades de ambos países en materia de seguridad, donde se precisó que existen clanes de narcotraficantes de al menos cinco países que han puesto su mirada en Bolivia, con el objetivo de dominar un negocio creciente y próspero en toda América del Sur.
El contexto, según lo indica la ONUDD, es por demás auspicioso para las mafias, pues se calcula que los mercados de Brasil y Argentina consumen cerca del 20 por ciento de la cocaína del mundo y son, junto con España, los de mayor expansión de la droga. Para los narcos mexicanos la extensión de sus operaciones en Sudamérica resulta de gran necesidad, toda vez que Estados Unidos –su mercado más próximo-, ha estado reduciendo notoriamente sus tasas de consumo.
Brasil es otro país que ha comenzado a manifestar una honda preocupación por lo que sucede en Bolivia, que además de proveer el 90 por ciento de la cocaína que consumen los brasileños, se ha convertido en el territorio de tránsito de la droga peruana, cuyo destino principal, además de Brasil, es el continente europeo. Recientemente se han identificado también cargamentos de cocaína que usan algunas naciones africanas para llegar a Europa. En el caso brasileño ya no existen reparos en relacionar el auge de la cocaína con el proceso político boliviano y se ha llegado al extremo de solicitar al Gobierno de Lula da Silva que reaccione también a nivel político en torno a este fenómeno. Se da por descontado que la siguiente administración gubernamental en Brasilia decida tomar el toro por las astas, al margen de quién sea el ganador de las elecciones de octubre.
Y Brasil no es único que ha comenzado a atar cabos sobre la relación entre política y narcotráfico en el subcontinente. El Gobierno venezolano también se encuentra en entredicho, no sólo porque al igual que el boliviano, ha sido señalado como responsable de encarar estrategias endebles en la lucha contra el narcotráfico, sino porque existen evidencias concretas sobre el papel que está cumpliendo Venezuela en el tránsito mundial de las drogas. Se ha comprobado que más de la mitad de los cargamentos que llegan a Europa y Estados Unidos pasan por territorio venezolano y en España más precisamente, la Policía denunció que 67 grandes decomisos de cocaína, provenían de ese país sudamericano.
El Gobierno boliviano fue muy eficaz en desplazar a Estados Unidos de la lucha antidrogas interna, pero todo indica que va a tener que encarar la presión de nuevos actores internacionales que comenzarán a exigirle mayor determinación en esta guerra.
Bolivia se ha vuelto territorio apetecido por cárteles mexicanos de la droga. El país comenzará a recibir presión para actuar.
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