Cerrando una de esas tumultuosas manifestaciones de apoyo que son tan del agrado del presidente Evo Morales, no vaciló, eufórico él, en poner de relieve las propiedades salutíferas de la hoja de coca. La manifestación aludida tenía como animadores precisamente a los cultivadores de coca que hicieron corro en torno del gobernante para confirmarlo en el ejercicio de líder único y absoluto del sector.
En realidad, no creemos que haya quien discuta las propiedades saludables y hasta curativas de la hoja de coca porque incluso nosotros, viejos ya en nuestros andares como hombres, nos bebimos muchas veces nuestro mate de coca que operaba milagros a bajo costo, para aliviar dolencias o molestias estomacales o intestinales y desde luego que los buenos y esperados efectos eran casi inmediatos.
Sabemos incluso, siempre en consonancia con las propiedades de la hoja de coca, que su masticación, acompañada de alguna lejía, mantiene vivaces, despiertos y plenos de fuerza muscular a quienes practican tal ejercicio, que se conoce con el nombre de acullico. Tan probados están, hoy en día, los efectos del acullico como estimulante de la fuerza y de la resistencia al sueño, que ya es corriente en este medio cruceño nuestro, especialmente entre transportistas al frente de automotores, amén de otros trabajadores que cumplen jornadas igual diurnas que nocturnas y a cuales más agotadoras y al máximo exigentes.
Redondeando conceptos, la hoja de coca posee propiedades nobles y el Presidente las puntualizó enfático y apasionado. Mas nada dijo, en cambio, de la dramática utilización de la coca como única e irreemplazable materia prima de la cocaína en sus diversos grados de pureza. Pasó por muy alto el factor que sin remedio estigmatiza a la que se dio por considerar como ‘hoja sagrada’.
Hoy, si no en su totalidad en Bolivia, en volúmenes aplastantes, la coca alimenta a las ‘narcofábricas’ que surten los mercados nacional e internacionales de sulfatos, clorhidratos y otros tal vez de mayor o menor efecto. Respecto de esta cruda e indisimulable realidad, el presidente Evo Morales no dijo ni papa y ni siquiera propuso prudencia. Su discurso, por eso, no merece otro tratamiento que el de la crítica severa que, seguramente, empezará a dejarse sentir desde aquí y desde más allá.
En nuestro medio ya no se recurre exclusivamente a la coca para aliviar malestares del aparato digestivo o vencer el sueño o el cansancio. Sucedáneos de la hoja de coca en procura de fortaleza y vivacidad, tenemos muchas especies vegetales autóctonas, como la hoja de palta, el paja cedrón, la vira vira, la manzanilla y otras tantas que no arrastran anticuerpos ni pésimos antecedentes.
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