No hace falta imaginar que la política en América Latina se parece a un juego de niños, lleno de trucos infantiles, posturas caprichosas, rabietas y cambios de reglas, como el gordito de la pelota que siempre quiere imponerse. Solo basta con mirar lo que hizo Cristina Fernández en los últimos días para constatar lo que estamos diciendo.
Durante las últimas décadas hubo una banda de niños que se dedicó a hacerle bullying al resto de los chicos, a los pocos "nerds" del barrio que se dedicaron a trabajar mientras los muchachos socialistas estaban de juerga.
Como todo en la vida se acaba, como se terminó la herencia del hijo pródigo, ahora la gente se inclina por aquellos que saben poner orden, que dominan ese raro y desconocido arte llamado "trabajo". El presidente Morales ahora dice que él y su amiguito Nicolás Maduro se sienten solos y por eso es que ha decidido buscar cómo entenderse con el argentino Mauricio Macri, con quien espera hacer amistad.
El problema es que el nuevo mandatario ha dicho que una de sus prioridades será la lucha contra el narcotráfico. Veremos qué cara ponen los niñitos del Chapare, los dueños de la pelota en este país.
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