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miércoles, 2 de marzo de 2011

narcovínculos I fue el corto gobierno de Luis García Meza que cayó como un naipe justamente por ello. reconforta la reacción de los medios antinarcos


¿Narcovínculos II?

El Presidente ha amenazado con iniciar una política de mano dura contra las plantaciones de coca ilegales y el Ministro de Comunicaciones ha dicho que al Gobierno no le temblará la mano para destruir las mafias del narcotráfico. Ambas reacciones llegaron después de la detención en Panamá del general René Sanabria Oropeza, ex director de la FELCN designado por Evo Morales y quien estaba ejerciendo un alto cargo en los servicios de inteligencia del Ministerio de Gobierno. El funcionario fue hallado en poder de 60 kilos de cocaína.

Durante dos días la Cancillería boliviana estuvo haciendo grandes esfuerzos para repatriar al detenido y sólo después de que éste se encontraba a buen recaudo en Miami, Estados Unidos, a requerimiento de la justicia de aquel país, el ministro Sacha Llorentty informó al país sobre este escandaloso hecho, calificado por un senador oficialista como una “mala suerte” y como una actitud revanchista de la DEA, nada menos que por el zar antidrogas de Bolivia, Felipe Cáceres.

Sanabria se había convertido en un peso pesado del narcotráfico y ya había hecho varios envíos de droga al exterior. La DEA, expulsada del país el mismo año en el que él estuvo al mando de la FELCN estuvo siguiéndolo por varios meses y junto a él han caído otros miembros de la Policía Nacional e integrantes de un clan de traficantes con conexiones internacionales.

El Gobierno se molesta por ciertas alusiones que hacen pensar en un Estado Plurinacional totalmente perforado por el narcotráfico, pero es demasiado pretencioso esperar que la comunidad internacional piense algo distinto cuando las vinculaciones con las drogas tocan esferas tan altas del poder. Si el caso fuera negligencia o excesiva tolerancia y no complicidad, como lo apuntó aquella vez el candidato a presidente de Brasil, José Serra, el Gobierno ha tenido suficientes indicios sobre un evidente desbordamiento del narcotráfico en el país y todo el tiempo para actuar y ponerle freno. La misma DEA, cuando estaba por despedirse de Bolivia, entregó a las autoridades judiciales a los miembros del clan Terán, cuyos nexos con lo más alto del Palacio Quemado son por demás conocidos. Al poco tiempo y de forma misteriosa, estas personas quedaron en libertad. Luego vendrían otros escándalos como el “narcoamauta”, el “narcoalcalde”, las “narcocomunidades” y numerosos otros hechos que la vez pasada llevaron al presidente a exclamar sobre el inmenso poder que han cobrado los narcotraficantes.

Él mismo fue el hizo ciertos comentarios incriminatorios sobre sus compañeros cocaleros, cuando habló de los lujosos autos en los que acudían a las asambleas sindicales en el Chapare.

Hoy, el narcotráfico parece habérsele salido de las manos al Gobierno. Todos los días se producen tiroteos y ajustes de cuentas, los cargamentos de droga procedentes de Bolivia menudean en todos los continentes, la presencia de cárteles internacionales en el país es innegable al punto que un prestigioso diario argentino no duda en comparar a Santa Cruz con las ciudades colombianas donde las mafias
sembraron terror hace una década. El régimen de Evo Morales tiene muy poco margen para actuar y demostrar que es un verdadero enemigo del narcotráfico. El general Sanabria ha sido llevado a Estados Unidos, donde podría estar escribiéndose un nuevo capítulo de aquella tenebrosa historia boliviana llamada “narcovínculos”.El Gobierno ha tenido suficientes indicios sobre un evidente desbordamiento del narcotráfico en el país y todo el tiempo para actuar y ponerle freno.

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