Muchos recordarán los infaustos sucesos de septiembre de 1986, cuando fueron vilmente asesinados por narcotraficantes el científico Noel Kempff Mercado y sus acompañantes. Esta noticia despertó a nuestra sociedad aletargada, donde personas de diferentes clases sociales se ufanaban de convivir con este flagelo. Sin embargo, la mayoría reaccionó, primero con una multitudinaria caminata (la ‘marcha del silencio’), luego empezaron a ser rechazados estos delincuentes por ignominia.
Ante la presencia inocultable del narcotráfico en Santa Cruz y Bolivia, en agosto de 1986 el Comité pro Santa Cruz ya había organizado un seminario (Narcotráfico y drogadicción: sociedad y destino), en el que participaron organismos internacionales, representantes de países amigos y autoridades bolivianas. Éramos conscientes de que no bastaba ocupar grandes titulares en los periódicos, sino también dar una respuesta enérgica como sociedad civil, exigiendo acciones concretas contra este azote maldito, “una versión del infierno en nuestro tiempo”.
El Parlamento Latinoamericano, reunido en Santa Cruz en aquellos días, ya había sentenciado: “El narcotráfico está íntimamente vinculado a diseños y acciones que perturban el orden político y la paz social de nuestros países, incitando la corrupción en las esferas políticas y administrativas”. Además existe otra máxima, y es que las zonas productoras de cocaína se convierten pronto en áreas de consumo. Esa es la ‘cultura de la droga’.
Más allá de la responsabilidad inexcusable de las autoridades llamadas por ley a combatir el narcotráfico, hay otras causales que de manera sucinta habría que citarlas.
Primero, la enorme producción de cocales en el país; Chapare quedó chico, ahora ‘brincan’ a las áreas protegidas de la madre ‘Pachamama’. Son miles de hectáreas excedentarias de este producto. Esta, quizás, sea la causa principal. Segundo, la pobreza en gran medida es también responsable de este estado de cosas, que a su vez propicia la ignorancia. Tercero, todos nosotros somos protagonistas y víctimas de una sociedad demasiado pragmática, frívola, materialista, impaciente y desconsiderada, en suma, una comunidad cada vez más egoísta e individualista. Ese materialismo y la frivolidad los alimentan los medios de comunicación visual en gran medida. Más vale una pasarela e imágenes, mostrando ‘zonas llamativas’ de bellas y no tan bellas mujeres, moviéndose como simples objetos morbosos, que hacer conocer algún nuevo libro o dar una buena noticia. Aquí también son culpables las empresas que auspician estos aburridos acontecimientos, solo con el ánimo de ganar más dinero. ¿Será que la ‘farándula’ se convertirá en la principal fuente inspiradora ‘identitaria’ de nuestra gente? Esperamos que el ‘ser cruceño’ no sea un alarde y un orgullo fatuo, opacado por esta triste realidad.
Coincido que ante la desidia del Gobierno central para protegernos del narcotráfico, las autoridades locales y departamentales, así como la sociedad civil, están convocadas a un cónclave regional para buscar soluciones y alcanzar una sociedad sana, donde el ser humano sea su principio y no su holocausto.
* Médico y expresidente del Comité pro Santa Cruz
1 comentario:
Hasta ahora conozco este blog y me parece excelente. Muy buen trabajo. Hay un correo de contacto para seguir hablando?
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