En su último informe, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Onudd) certificó, en 2008, 30.500 hectáreas de coca en Bolivia, lo que representa un incremento del 6 por ciento con relación a 2007, cuando había 28.900. Esa cifra podría ser mayor; el cálculo finalizó en septiembre del año pasado.
Sobre la base de un estudio de 2006, la Onudd estableció que esa cantidad de hectáreas alcanza a producir 54.000 toneladas de coca seca, lo que equivale a 113 toneladas métricas de clorhidrato de cocaína. Eso significa un incremento del 9 por ciento del coeficiente de producción de drogas del país, que en 2007 era de 104 toneladas. Los sembradíos de Bolivia representan el 18 por ciento de la coca que se cultiva en el mundo.
El dato no deja de ser alarmante y, en un día como hoy, en el cual se celebra el bicentenario de la independencia de Bolivia con la presencia del presidente anfitrión, Evo Morales, y sus pares de Venezuela, Hugo Chávez; de Ecuador, Rafael Correa, y de Paraguay, Fernando Lugo, y funcionarios de varios países, debería ser motivo de preocupación por las implicancias que tiene en el país y en el exterior.
Más del 60 por ciento de la extensión actual corresponde a cultivos ilegales, cuyo producto no está destinado al consumo tradicional de la hoja de coca. Se destina a la creciente producción de cocaína. El vicecanciller Hugo Fernández se mostró preocupado por un índice, "que no requiere cuestionamientos".
El negocio de la coca en la economía boliviana ha tenido un incremento en los últimos años, según las estadísticas de producción y comercialización de la hoja. Su participación en el producto bruto interno pasó del 2,4 al 3 por ciento.
El informe de la Onudd da cuenta también de la incautación de coca, que aumentó de 1.706.636 kilos en 2007 a 2.065.823 en 2008. El decomiso de pasta base de cocaína creció, igualmente, de 14.912 kilos a 21.641 en el mismo período.
Más allá de este desarrollo de por sí preocupante, otro problema es que el crecimiento de las áreas de cultivo ha sido en desmedro de productos tradicionales, como el banano, el café, el arroz y los cítricos. Su consecuencia es la destrucción de bosques primarios.
En un día tan caro como hoy es necesario que las autoridades bolivianas y sus invitados, sobre todo de los países andinos, recapaciten sobre la necesidad de ejercer controles efectivos para que los cultivos de coca respeten las disposiciones legales y se vuelva a la erradicación de los ilegales. La coca excedentaria tiene un solo destino: el narcotráfico. Para Bolivia, no sólo es un desafío, sino también un compromiso con la comunidad internacional.
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