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martes, 24 de abril de 2007

La diosa coca (Editorial de La Nación, Bs.As.)

A partir de la asunción del líder cocalero Evo Morales como presidente de Bolivia, el gobierno que preside desplegó una intensa campaña destinada a revalorizar la hoja de coca, decisión que ha estado acompañada de una estrategia de comunicación cuyo objetivo central ha sido y es "informar y sensiblizar a la comunidad nacional e internacional sobre los beneficios alimenticios y medicinales de la coca, así como la importancia cultural, social y económica de la planta para Bolivia"
De allí entonces, la iniciativa para despenalizar la coca, la propuesta del canciller David Choquehuanca para sustituir el desayuno escolar por coca debido a sus bondades en calcio y fósforo que la hacen superior a la leche y al pescado, y la aprobación de más áreas de cultivo, como en el último caso del municipio de Colomi, donde se les autorizaron nuevos catos (superficie de 1600 metros cuadrados) para cultivar coca a algunas comunidades de campesinos.
Ahora, un grupo de parlamentarios que pertenece al MAS, el partido de Morales, acaba de presentar un proyecto de ley en el Parlamento de "ése convulsionado país hermano) en virtud del cual procura que "se declare a la hoja de coca, en estado natural (Erytroxylum coca), como patrimonio cultural, natural, científico e inalienable de los pueblos indígenas y descendientes indígenas de Bolivia", residan ellos dentro del país o fuera de él. Además proponen que se declare a la "hoja de coca como planta sagrada y recurso natural ancestral, médico y ritual de los pueblos indígenas de Bolivia". Los autores del proyecto sostienen que el uso de la hoja de coca no provoca daños a la salud. La idea es declarar a la hoja de coca intocable, lo cual supone no insistir con su erradicación. Asimismo, los legisladores del MAS afirman que la masticación de la hoja de coca, en la modalidad conocida como acullico, no genera hábito alguno. Es más, insisten en que la hoja es un tónico y elixir que combina vitaminas, minerales y alcaloides de manera de "prevenir muchas enfermedades".

Ocurre que, pese a esos dichos, las Naciones Unidas desde 1949 han dictaminado que la hoja de coca genera una sustancia tóxica que puede transformar a su usuario en un toxicómano. Por eso la Organización Mundial de la Salud, incluyó a la hoja de oca en la lista UNO de la Convención Única de 1961 sobre estupefacientes.
Para los del MAS lo resuelto por la ONU es "injusto y debe dejarse de lado". En rigor, la cuestión poco tiene que ver con la justicia y mucho más con la ciencia y con la salud de los hombres y las mujeres expuestos al consumo.

Cada vez hay más superficie habilitada para estos cultivos y los planes de reducción de las plantaciones de coca han tenido un efecto limitado. En definitiva, todas contribuyen a que haya más coca disponible. Al respecto y ante la ausencia de los resultados esperados, el presidente Evo Morales advirtió directamente que los sectores que no colaboren con su política serán considerados un instrumento del narcotráfico. Y, en ese caso, sería de desear que se adoptasen las medidas pertinentes, por más severas y antipopulares que resultasen, para controlar la producción de ocales hasta los límites que la ley autoriza.

Los últimos monitoreos de cultivos de coca elaborados en forma conjunta por la administración pace¨na y representantes de las Naciones Unidas han revelado que la superficie de cultivos en la región de Los Yungas creció más de un 5 por ciento en los últimos meses. El principal temor del Presidente, es de acuerdo con informes internacionales la multiplicación de plantaciones cocaleras productoras de un excedente importante de hojas que terminan siendo utilizadas por organizaciones ilegales para la producción de cocaína. Y ese desvío al narcotráfico, sobre cualquier otra consideración cultural científica, ritual o religiosa, tiene que ser el principal foco de atención y preocupación de las autoridades bolivianas.

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