Desde el segundo semestre, en la frontera con Brasil se utilizará un sofisticado avión no tripulado para controlar las actividades de narcotráfico.
Esta decisión, entre otras, ha sido acordada durante la visita que ha realizado el Viceministro de Justicia de Brasil al país para reunirse con su homólogo boliviano. La información agrega que este avión hará una demostración el próximo mes de marzo en ocasión de la visita que realizará a Bolivia el Ministro de Justicia brasilero.
Es un acuerdo útil pues vigilar una frontera como la que tenemos con Brasil es muy difícil y se sabe que a través de ella el narcotráfico –con producción nacional y peruana- hace de las suyas.
Pero, desde otro enfoque –y como ya se había advertido- pareciera que estamos pasando de unas relaciones “gasificadas” a unas “narcotizadas” con Brasil, lo que va en desmedro nuestro. Abonan a esa hipótesis que el primer viaje al exterior de la nueva Presidenta brasilera fue a Argentina y que su Canciller visitó ese país y Colombia, por citar dos. A Bolivia, en cambio, llega el segundo hombre del Ministerio de Justicia y nos visitará su titular.
Son mensajes que en sí constituyen una alerta que nuestra Cancillería debería tomar nota e impulsar de una buena vez un serio, sistemático y plural proceso de reflexión sobre cuál será el rumbo que el país adopte con relación a la emergente potencia mundial y que es el vecino con el que tenemos nuestra frontera más grande. Mantener la posición actual de aparente indiferencia es muy peligroso.
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