Los violentos aborrecen el diálogo, prefieren resolver los conflictos con el uso de la fuerza física, las armas, la tortura y el miedo. Los que aman la paz, se oponen al uso de las armas y buscan por sobre todas las cosas el entendimiento, la fraternización.
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domingo, 23 de agosto de 2009
la madre del cordero está en la mayor producción de la coca que da lugar inexorablemente a la mayor producción de cocaína. destaca El Deber hoy.
Diversos medios del interior y del exterior, como también organismos de reputada objetividad, vierten informaciones -a diario y con preocupación- sobre la creciente expansión de la frontera de producción de hojas de coca en Bolivia, como también acerca de su peligrosa e inevitable derivación: mayores cantidades de cocaína, droga infame que envenena juventudes e invade ahora los países vecinos, para llegar luego hasta ultramar. Prácticamente no hay día sin que se realicen nuevos descubrimientos de ingentes cantidades de estupefacientes o de nuevos laboratorios ilícitos, éstos ahora móviles y con alta tecnología.
Pero este tenebroso cuadro parece no ser visto de la misma manera por las autoridades, tal vez porque el propio presidente del “Estado Plurinacional” lo es también de la federación de productores de hojas de coca. Evo Morales ha dicho varias veces en público que es dueño de sus catos de coca. Lo que no sabemos es quién y cómo los comercializa. Estamos ante una cruda realidad que ya preocupa al mundo: un gobierno de cocaleros. Este es el fondo, por debajo de las promesas de “cambio profundo” y otras frases hechas para fines propagandísticos.
La expansión sin control de los cultivos -fomentada indirectamente o por omisión desde las mas altas esferas- lleva inevitablemente a lo que sucede ahora. Los llamados usos alternativos legítimos de la coca –más allá del llamado “consumo tradicional”- marchan a paso de tortuga. Mientras, la cocaína se expande a ritmo de gacela.
Ha llegado la hora de asimilar realidades y de enfrentarlas con decisión. El Gobierno tiene que percibir que su imagen internacional sufrirá un progresivo deterioro en caso de continuar esta situación. Lo propio pasa con la imagen global del país. Y nadie quiere ni lo uno ni lo otro. Debemos esforzarnos –conjuntamente- administración y ciudadanía en una lucha frontal contra las drogas. Eso pasa por una reducción progresiva de los cultivos de coca y no por su expansión. Así debe entenderse. Así debe concretarse. De lo contrario, el camino hacia un narco estado o un estado plagado de potenciales delincuentes y terroristas ligados al tráfico de drogas, será el próximo eslabón en esta triste cadena.
El mismo hecho de haberse anunciado una “escolta” de cocaleros para acompañar la visita del primer mandatario brasileño al Chapare ayer sábado, no fue lo más acertado. Bandas criminales asuelan las principales ciudades del Brasil con armas y estupefacientes provenientes de Bolivia. Así lo han denunciado publicaciones serias en el país vecino. Por tanto, que los potenciales productores de la materia prima de la cocaína pudieran haber servido de “guardianes” del presidente Lula Da Silva, no fue la mejor idea. Pero todo es posible en medio del fervor cocalero que hoy resuena en el país y que tiene ecos en el oficialismo como si se tratara de la opinión ilustrada de un conglomerado de profesionales, intelectuales y sabios.
La droga avanza en Bolivia. Es un proceso que hay que frenarlo con soberanía, con firmeza y en función del interés nacional.
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