El periodista italiano Roberto Saviano, mientras escapa de las mafias que lo persiguen por su libro contra ellas (Gomorra), escribió otro, llamado “Zero Zero Zero”, en que confirma nuestras sospechas: “la cocaína gobierna al mundo”.
Hay un río que fluye por todo el mundo, que nace en Sudamérica, llega al África, pasa a Roma, París, Londres, Nueva York, que es el río del negocio de la cocaína. “¿Nadie escucha todo ese ruido que hace esta actividad?”
Dice que los excedentes de la cocaína sirven para comprar políticos, montar gobiernos, desmontar otros, comprar empresas, dominar medios de comunicación, hacer retroceder a los Estados en sus propios territorios…
¿Nadie escucha todo este ruido?, pregunta el autor que ha estado viajando, de incógnito, por supuesto, y ha entrevistado a mucha gente, sobre todo en el hemisferio norte.
En Bolivia se escucha, Roberto, y mucho, habría que contestarle.
Los benianos no habían visto tantas avionetas haciendo tantos viajes, de día y de noche, como ahora, y hacen ruido.
Los vehículos que en La Paz llevan la coca desde Villa Fátima hasta El Alto, con destino desconocido, hacen ruido, de día y de noche.
Desde el “epicentro del narcotráfico”, como definió el ministro Caros Romero al Ichilo, también se escucha mucho ruido.
En Yacuiba y toda la frontera con Argentina, los camiones que llevan pasta base para la nueva industria de ese país, elaboración de clorhidrato, hacen ruido.
Y qué decirle de todas las fortunas que han surgido y que se camuflan en el “blindaje” de los altos precios de las materias primas.
También hacen ruido los vendedores de droga que pululan en las puertas de los colegios. Hace poco amenazaron al secretario de un colegio en Santa Cruz que los denunció.
La otra opción es que los bolivianos sigamos mirando para otro lado y diciendo que no, que la cocaína tiene poca incidencia en la economía, que son las actividades legales las que sostienen esta bonanza.
El problema es que esta denuncia, y esta pregunta, llega del exterior, de un periodista italiano. “¿No escuchan todo el ruido que hace el negocio de la cocaína?”.
La solución del avestruz ha dejado de ser buena cuando resulta que de enero a abril han muerto doce personas en ajusticiamientos del narcotráfico. Y sobre todo cuando en los colegios se está vendiendo droga.
Mirar para otro lado no es remedio.
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