Una vez más la sociedad se ve sorprendida y escandalizada al descubrirse que un enorme cargamento de droga enviado al exterior habría partido del aeropuerto internacional de Ezeiza burlando todos los controles.
Dadas las peculiares características del nuevo hecho, que tiene como importante precedente el de las valijas con cocaína enviadas a España en Southern Winds en 2004, cabe preguntarse si no está mal empleado el verbo burlar, pues es prácticamente inevitable que haya mediado la activa complicidad de importantes funcionarios de nuestro país.
El 2 del corriente mes, las autoridades españolas interceptaron en el aeropuerto de Barcelona un costoso jet privado con un cargamento de 940 kilos de cocaína, que había salido de Ezeiza tripulado por tres argentinos: los hermanos Gustavo y Eduardo Juliá, y Matías Miret. El avión es operado por la empresa de transporte aéreo sanitario Medical Jet, de Gustavo Juliá, hijo del fallecido ex jefe de la Fuerza Aérea José Juliá.
Gustavo Juliá está acusado de haber cobrado hasta tres veces más el valor de los vuelos sanitarios que le contrataba el PAMI, en una causa en la que enfrentará un juicio oral. Juliá presentaba tres presupuestos en el PAMI por cada vuelo sanitario: uno a nombre de su empresa Medical Jet, otro a nombre de la compañía Federal Aviation, que no era sino otro nombre de fantasía de su propia compañía, y un tercer presupuesto presentado con facturas apócrifas de la empresa Aerovida SA.
Este antecedente, al que se suman las vinculaciones de su padre, ya fallecido, con el también fallecido magnate postal Alfredo Yabrán, y el llamativo hecho de que el avión que transportó la cocaína es un Bombardier Challenger 604, que por su altísimo valor y gran capacidad nunca se emplea como ambulancia, debería haber llamado la atención de las autoridades argentinas.
Según las crónicas, llamó la atención y por eso la aeronave, que desde diciembre del año pasado alquilaba un hangar en la Base Aérea de Morón, partió de allí a Ezeiza precedido de una suerte de alerta para que se lo examinara con detenimiento. Algo que, evidentemente, no se hizo, pues la aeronave despegó para luego realizar una escala en Cabo Verde para reabastecerse de combustible.
Además de investigar la red argentina responsable de la cocaína enviada, resulta clave investigar cómo es posible que un avión y un piloto tan sospechosos puedan decolar de Ezeiza sin el menor inconveniente con casi una tonelada de cocaína a bordo, muy probablemente cargada en Morón o en Ezeiza.
Aquí es donde conviene detenerse, porque este tipo de operaciones no pueden llevarse a cabo sin la complicidad de importantes funcionarios. Recordemos que las autoridades españolas ya habían advertido a las argentinas que nuestro país se ha convertido en trampolín para los envíos de cocaína a España.
Resultó llamativa, en un primer momento, la insistencia de las fuentes de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) en asegurar que el avión había despegado "limpio" de Ezeiza, cuando era obvio que jamás pudo haber cargado semejante cantidad de droga en los 50 minutos o dos horas -las fuentes varían- de su escala en Cabo Verde.
También resulta llamativa la desusada demora para allanar la Base de Morón y las oficinas de Medical Jet. Cuando este operativo finalmente se concretó en las oficinas de esa empresa, los investigadores descubrieron que a las computadoras les faltaban los discos duros que almacenan la información. La demora en el allanamiento permitió borrar pruebas.
Por lo tanto, hubo enormes e imperdonables fallas, tanto antes como después de saltar el escándalo. A su vez, las autoridades españolas actuaron a raíz del dato que habría proporcionado alguien que no habría cobrado el dinero prometido.
¿Cómo es posible que, anteriormente, el avión sanitario no haya despertado sospechas por no llevar camilla, desfibrilador, tensiómetro, ni médicos especializados en este tipo de transporte? Se requiere un fuerte apoyo político para obtener la licencia de transporte sanitario y poder desplazarse libremente por el país sin transportar enfermos. ¿Quiénes son los médicos que en los últimos dos años han volado con Medical Jet? ¿Qué pacientes fueron transportados y dónde están sus historias clínicas?
Desde los años del menemismo, la Argentina no ha dejado de crecer como sitio donde el lavado de dinero es consentido por el poder político. Lo prueban los graves y enérgicos llamados de atención que el Gobierno ha recibido del GAFI y las escasas tres condenas que ha merecido este delito, dictadas hace pocas semanas y en una misma causa.
Paralelamente, habría crecido la cantidad de droga que parte de nuestro territorio a Europa, preferentemente a España, y no por rincones recónditos de nuestras fronteras, sino por nuestro principal aeropuerto internacional que, se supone, es uno de los puntos más controlados del país.
Para decirlo sin eufemismos: cuesta creer que este tipo de operaciones no cuenten con la complicidad de importantes funcionarios nacionales capaces de liberar una zona nada menos que en Ezeiza. Y alienta estas sospechas la extrema lentitud de una Justicia siempre despistada cuando se trata de asuntos del poder.
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