Embrutece y no tiene nada de sagrada
Mauricio Aira
Los lectores no tienen idea de la cantidad de esfuerzo y de recursos que ponen los cocaleros no solo del Chapare sino del Perú y de Colombia para “construirle fama y sacralidad” a la hoja que convertida en droga, es un veneno mortal para los que la consumen sea dentro de nuestros países como en EEUU y Europa donde la exportan verdaderos conglomerados en forma de carteles, grupos criminales y vendedores que hacen uso de los más sofisticados medios de la tecnología moderna.
Que es un alimento espiritual para entrar en contacto con apus, achachilas, la luna y el sol y la pachamama es un cuento de mal gusto que ya nadie cree. Es parte de la apología que vienen usando para la toma del poder, como lo lograron en Bolivia pero que se les frustró en Colombia, o Perú. Que es una planta milagrosa, dónde están pues los milagros, los hechos, cuando todos sabemos que el acullicu, más bien anula los sentidos y paraliza la voluntad. Que era usado por los españoles para que los mineros produzcan mejor sin necesidad de comer…otro cuento del tío. Aunque pudo haber sido cierto, porque sin alimento en el cuerpo, lo más barato y el recurso más a la mano ha sido siempre la hoja de coca, que era una entretención, como mascar goma, y que los empleadores fomentaban y les proveían en las pulperías. Una buena manera del propio minero de ahorrarse dinero en comprar alimentos, si con la coca y el alcohol la pasaban “bien”, es decir no tenían otro remedio. Vivian o viven en un permanente “zafe de la realidad” dopados por la coca, mezclada además con la lejía ceniza y bicarbonato que poco a poco les va destrozando el aparato digestivo.
En la construcción de una forzada ideología para justificar el uso de la hoja de coca, han creado leyendas e historias sin base real, que fue Manko Kapac que la llevó al Altiplano, de dónde? De los valles del Perú y que usaba el Inca y su cohorte para el ritual del Imperio, les ponían hojas de coca a los moribundos (en la boca) y trataban de salvarles de las enfermedades dándoles infusiones o aplicándoles como fomentos en las partes del cuerpo adolorido. Esto mismo en otras partes del mundo, en otras zonas del Continente se practicó, se practica con toda clase de yerbas, como el té, los mates amargos, las hojas de plátano, con la papa, etc., contrariamente a lo que sostienen “los teóricos que tratan de construir el andamiaje histórico religioso” los españoles no prohibieron la hoja de coca, sino que dispusieron que los capataces de las minas la distribuyeran entre los mineros, para mantenerlos despiertos, aunque el aporte del alcohol lo pusieron los mismos originarios, mezclado con el masticado.
Como no pueden negar que se distribuía la hoja admiten que “se les permitía en las pausas” con lo cual se contradicen así mismos. Que llevaban coca en “la chuspa” también llevaban mote, tostado, ciertas hierbas para llevar a la boca y raíces de frutales. Serie de acciones que son una mezcla del paganismo fanático y de la hechicería se fueron mezclando con el uso de la coca, y los efectos de no sentir hambre y mantenerse despiertos son síntoma de la injerencia de contenidos dopantes en la misma hoja de ahí que NNUU durante varias reuniones y estudios y análisis de carácter científico han repetido su enlistamiento entre los estupefacientes que no deben ser comercializados libremente y que deben mantenerse prohibidos por cuanto sus perniciosos efectos no han sido desmentidos, como tampoco han sido probadas las cualidades de alimento inocuo que les atribuyen los cocaineros, cada vez más desesperados por quitarla de la lista y “desatanizarla” como alegan a menudo. Actitud que provoca la persistente negativa de los gobiernos. Hasta el día de hoy, pese al dinero empleado por Chávez y Morales, no han podido presentar un solo estudio científico de sus afirmaciones y los planes de industrialización y aplicación del producto en la medicina la cosmetología o la infusión han quedado ahí convertidos en planes eternos que no se concretan, ¿porqué?
Cuántas supersticiones se atribuyen a la coca, a la saliva, al aculleo, a la llujta, lejía y a la forma que presentan, le dan valor de amuleto y de instrumento mágico para curar, adivinar, prevenir los males, sólo falta que algún “yatiri” nos diga cómo y cuándo las hojitas nos dirán quién y cuánto ganará el coquero que juegue a la lotería.
La globalización nos ha traído indudables beneficios en sentido de descubrir la verdad y facilitar a todos el acceso a una información veraz. Hasta hace poco nos ofrecían cuados estadísticos del consumo de hojas de coca, que sinceramente impresionaban porque iba en aumento, sin embargo desde hace unos tres años, la curva desciende y los consumidores son menos, especialmente entre los jóvenes que no creen en cuentos prefieren otros productos menos problemáticos, mas higiénicos, y menos conflictivos. Organizaciones especializadas han realizado encuestas en colegios y universidades y felizmente para nuestro país casi no existen consumidores de hojas de coca, aunque sí aumentaron los drogadictos, sea por las mayores tentaciones que se les ofrece en la vida moderna, la mayor disponibilidad de dinero, la menor dependencia de sus padres y la oferta de la droga que está a la vuelta de la esquina. Aunque los cocaleros lo nieguen la cocaína se vende en los colegios, en los lugares de diversión, en toda clase de reuniones donde el control de maestros o padres de familia es casi nulo.
Difícil entender la insistencia de afirmar que “científicamente se ha probado su valor medicinal” mentira. Hay un solo estudio de una Universidad americana, realizado por todo un equipo científico donde se demuestra lo contrario y se recomienda evitar su uso y consumo. Por la imposibilidad de demostrar la cualidad de sus componentes químicos y de sus alcaloides la Convención de Viena fue ratificada y el organismo de NNUU para la lucha contra la droga y el crimen recibió el espaldarazo de las naciones miembros.
Desde la llegada de Evo Morales al poder aumentó paulatinamente la producción de las hojas de coca y debido a la permisividad de su administración aumentó igualmente la producción de la droga a punto que nuestros vecinos de Chile, Argentina, Brasil establecieron controles cada vez más severos para evitar que los narcotraficantes hicieran de las suyas. Factorías de pasta base y laboratorios fueron tomados por la policía especializada, pero no basta. En nuestro caso es axiomático porque se decomisan sientos de kilos de cocaína o de pasta base y resulta que no existen detenidos. Hay cocaína, pero los narcos desaparecen y nadie les da caza. El nuevo gobierno de Brasil ha dejado claramente establecido que pondrá énfasis en las fronteras, con tropas y recursos para abatir a los narcotraficantes. La expulsión de la DEA (policía de control del narcotráfico) muy bien provista de tecnología y especialistas, no ha podido ser sustituida y los policías bolivianos hacen lo que pueden con recursos muy limitados.
Se vive en permanente alerta y los narcotraficantes circulan en nuestras ciudades ostentando recursos que inquietan, cometen crímenes horrendos y la ciudadanía contempla con horror e impotencia los resultados de la mayor existencia de sembradíos y producción de la hoja de coca y por ende de la cocaína. De tal manera que los bolivianos difícilmente votarán por la despenalización de la hoja de coca en la convención de Viena de los próximos días.
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