Para sorpresa de los delegados de los 53 países miembros de la Comisión de Estupefacientes de la ONU que se encuentra reunida en Viena, el presidente Evo Morales sacó hojas de coca de su bolsillo y las masticó ante el plenario. Pretendió así demostrar su “uso ancestral” en las culturas andinas. Agregó desafiante: “Si es droga, métanme preso”.
Morales hace esta visita a Viena en su doble condición de jefe del Estado boliviano y de presidente de los productores de hoja de coca del trópico cochabambino. Su interés es obviamente comercial -él mismo asevera que tiene su cato de coca y seguramente le debe interesar seguir vendiendo su producción a buen precio-, como también político, ya que su presencia en la capital austríaca integra parte de una campaña para ‘despenalizar’ la hoja de coca, considerada sustancia peligrosa por la comunidad internacional desde 1961.No parece la mejor manera de convencer a una audiencia global el presentarse con la controvertida hoja y masticarla desafiantemente.
Las percepciones locales –sobre todo en Chapare y Altiplano- difieren de las del resto del mundo, donde la coca es considerada materia prima para la elaboración de la nefasta cocaína, droga que envilece mentes y cuerpos, al mismo tiempo que genera crímenes y dinero sucio.Años atrás, otro presidente boliviano realizó campaña parecida. Andaba con una hoja de coca en su solapa y reiteraba que “la coca no es cocaína”. Tal campaña terminó muy mal. Posteriormente, ese ex mandatario hasta estuvo acusado de tener vínculos con narcotraficantes.
El mundo puede observar hoy a Evo Morales como un producto ‘pintoresco’ o como a un indígena que merece ser escuchado, por ser la “primera vez que su raza llega al poder”, como falaz y demagógicamente se repite y ha calado, aunque no sea verdad. Pero hasta para esa paciencia infinita que el mundo parece tenerle ahora al Presidente boliviano, hay y habrá límites. Uno de ellos, sin duda, es el de la coca.
Entidades respetables, como el Comité Olímpico Internacional (COI), la Federación Internacional del Fútbol Asociado (FIFA) y otras de similar calibre, consideran ‘dopaje’ una simple dosis de mate de hojas de coca. Por su lado, el tal ‘acullico’ genera efectos similares a los de la droga (aunque en plazos mayores) y eso está científicamente comprobado. Por infinitesimal que sea la proporción, cada hoja de coca lleva en sí al temible estupefaciente que se deriva de ella.
En la era colonial, los españoles explotaron el uso de la coca para forzar trabajos de servidumbre en las minas. La fórmula era trágicamente ideal: los indígenas eran atiborrados de coca para que no tengan hambre y trabajen como bestias. De ahí vino la costumbre de masticar, costumbre que no es ‘ancestral’ sino de lúgubre origen colonialista. Por otro lado, los tales publicitados ‘nutrientes’ de la hoja de coca se pueden encontrar en cualquier otra hoja, pasto o vegetal y sin las complicaciones de una droga letal.
Lo mejor para Bolivia sería cooperar con el mundo en la erradicación de la hoja de coca e ir encontrando progresivamente adecuados métodos de desarrollo alternativo. El mundo no está ni contra Bolivia ni contra el Gobierno de Evo Morales. Sí lo estará y lo está -en contra y en una lucha frontal- contra todo aquello que sea fuente de narcóticos o de violencia delincuencial. La coca forma parte de ese grupo. Seamos francos y realistas. No hay que cegarse ni caer en fanatismos. (la caricatura de la nariz de Evo aparece en X2 de E. Martínez)
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