El informe de la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (Onudc) sobre la coca en Bolivia ha provocado sorpresas, sobre todo porque dice que los cultivos se han reducido, justamente cuando las informaciones dan cuenta de un incremento muy fuerte del narcotráfico. La sorpresa se debe a que las propias autoridades del Gobierno han estado admitiendo que el narcotráfico controla amplias zonas del país, como Ichilo, y se ha expandido por toda la Amazonia, como dijo el director de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico.
Aparte de estos detalles, que probablemente tengan que ver con la actitud que tienen los representantes de las Naciones Unidas frente a la coca y el narcotráfico, hay una información que podría ser muy útil para el país. Dice el documento que de la producción de las 23.000 hectáreas (ha) que existen ahora, el 47% fue al narcotráfico y el resto al consumo tradicional de la hoja. Es decir que alrededor de 11.500 ha (la mitad de las existentes) sirvieron para atender la demanda tradicional, lo que es un importante hallazgo, pues significa que no es necesario ampliar el área definida como legal, de 12.000 ha.
Las autoridades del actual Gobierno estuvieron repitiendo desde 2006 que las 12.000 ha no son suficientes para producir la coca que hace falta para el consumo tradicional y que sería preciso elevar esa superficie a 20.000 ha. Este descubrimiento va más allá todavía. Muestra que, como decían los anteriores informes de la Onudc, los cultivos legales deben ser solamente parte de los que existen en Yungas de La Paz, sin dejar espacio para plantaciones en otro lugar, por ejemplo Chapare.
Eliminar los cultivos de Chapare, como parece ser la conclusión más directa de estas cifras, va a significar un paso muy importante para el país, aunque requerirá un gran esfuerzo y sacrificio. Pero la medida permitirá eliminar la presencia de grupos del narcotráfico en zonas aledañas a Chapare, con lo que podría comenzar el proceso por el cual el país destierre esas actividades delincuenciales.
Quizá esta conclusión sea cuestionada por quienes apoyan el proyecto de la industrialización de los excedentes de la coca, proyecto que hasta ahora ha mostrado muy pobres resultados. Pero se trata de un documento que, aunque contiene elementos de duda, tendría que dar lugar a meditar sobre la posibilidad de que el país se libere de una de las peores pesadillas de su historia.
Consejo Editorial: Pedro F. Rivero Jordán, Juan Carlos Rivero Jordán, Tuffí Aré Vázquez, Lupe Cajías, Agustín Saavedra Weise y Percy Áñez Rivero
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