Como haría una que en vano ha esperado nueve años para que el novio cumpla su promesa de llevarla al altar, los cocaleros del Chapare están ahora muy nerviosos, molestos y al borde de la histeria: el no legaliza sus cultivos.
Se cuenta en Tupiza de una novia que, tras muchos años de noviazgo, se armó de valor y decidió preguntar al novio: “¿Oye, y si nos casáramos?” A lo que el novio, sin darse por aludido, respondió: “¿Y tú crees que alguien quiera casarse con nosotros?”.
El presidente sigue postergando el compromiso y ahora ha dicho a sus bases del Chapare que después de las , esta vez sí, él cumplirá su compromiso de legalizar sus cocales.
Esta nueva condición les parece a los cocaleros otro pretexto del novio escurridizo y han convocado al presidente para que diga ahora, antes de las elecciones, si va a legalizar o no los cocales por ahora ilegales.
El método de mantener las expectativas de las bases sin atender es conocido por todos los caudillos. Los que lo usan saben que han puesto argollas en las narices de sus seguidores y los han convertido en sus sirvientes.
El presidente les ha ofrecido que los cultivos legales sean de 12.000 hectáreas en los Yungas de La Paz, como manda la ley, y por lo menos otro tanto en el Chapare, lo que será aprobado después de las elecciones.
Pero los cocaleros siguen escépticos porque el presidente recibió con alegría el último informe de la en que se confirma que 12.000 hectáreas son más que suficientes para atender la demanda legal y tradicional. Por lo menos lo fueron el año pasado, cuando las 23.000 hectáreas cultivadas sirvieron, a mitades exactas, para atender la demanda legal y la ilegal.
Y los cocaleros han reprochado al porque no les ayuda a combatir una peste que afecta a los cocales del Chapare, por la que las hojas están llenas de agujeros; una especie de coca gruyere.
Saben los cocaleros del Chapare que su coca no se usa para el acullico, incluso si no tuviera agujeros. Ellos acullican, en el Chapare, la coca de Yungas, la coca etiqueta azul.
¿Qué hacer? Es un dilema para el caudillo que ahora aspira a la reelección indefinida con la ayuda de todos sus seguidores, con o sin argollas en las narices.
Salvo que decida pensar, de nuevo, en el TIPNIS, para que el Chapare siga creciendo
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