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sábado, 17 de noviembre de 2012

preocupa a OPINION que sembradíos tradicionales para productos alimenticios estén desapareciendo para dar lugar a plantaciones de coca, esto ocurre en Cocapata productora de papa, hostalizas, cebolla y repollo.


La producción ilegal de coca está avanzado a zonas agrícolas con la gravedad que implica la instalación de fábricas móviles de droga en una situación de enorme preocupación.

Un operativo de la Fuerza de Tarea Conjunta en el que participó el viceministro de Defensa Social y Sustancias Controladas, Felipe Cáceres, en el municipio de Cocapata, Ayopaya, erradicó plantaciones ilegales de coca y detectó cinco fábricas de cocaína.

Cocapata es una región subtropical y dista de la capital de Cochabamba 200 kilómetros. Para llegar a esta región se debe viajar por carretera unas diez horas. Se trata de una región agrícola con cultivos tradicionales de papa, hortalizas, cebollas y repollo.

El operativo ha sido desarrollado dentro del plan que tiene el Gobierno de erradicar la coca en zonas donde está prohibido su cultivo, pero más allá de estos planes, que evidentemente deben cumplirse, lo que ha revelado, es que sigue ampliándose el cultivo de la hoja de coca en lugares agrícolas donde los campesinos de algunas comunidades estarían poco a poco cambiando su vocación agrícola tradicional por la coca. Al mismo tiempo en este circuito que motiva preocupación de autoridades y población en general, a la par de la producción de coca, se instalan progresivamente fábricas de cocaína que están operando con características similares a las del Chapare, Los Yungas y zonas del oriente del país.

Las pozas de maceración de la coca para producir la droga, son de estilo colombiano y están situadas cerca del río y al lado de casas. Este negocio ilícito empezó hace dos años con cinco familias y ahora se sabe que por lo menos se amplía a unas 15.

Estos datos revelados en el mismo operativo, mediante la información oficial, como a través del trabajo periodístico que realizó este diario mediante testimonios recogidos de los mismos campesinos, refleja que la producción de cultivos de coca está avanzado a zonas agrícolas, aprovechando que se trata de lugares de difícil acceso, por lo alejadas y porque los caminos están en pésimas condiciones. 

Del mismo modo la cobertura para el cultivo de coca y el funcionamiento de fábricas de cocaína se presenta porque algunos pobladores están convencidos o los convencieron de que producir coca, como materia prima destinada a la producción de cocaína es mucho más rentable que los cultivos tradicionales.

La política de erradicación de cocales que lleva adelante el Gobierno, puede verse rebasada en su capacidad, si es que ya no lo está, porque el problema adquiere complejidad, toda vez que las condiciones geográficas en los valles altos y bajos de Cochabamba presentan características favorables para esta ilícita actividad a lo que se debe añadir el interés de los campesinos por un cultivo que lamentablemente les brinda mayores ganancias en relación a los otros.

De acuerdo a los testimonios obtenidos, surge una especie de lógica en la visión de los campesinos, en sentido de que ellos también quieren tener la misma opción que en el Chapare y por eso piden que se les otorgue un cato o medio cato a cada persona, bajo el argumento de que es coca para el acullicu o consumo personal. La realidad es otra, pues algunos campesinos han visto que el negocio de cultivar coca ilegal es más rentable. 

Los organismos gubernamentales que tienen la misión de controlar la expansión ilegal de cocales se plantean ante sí una gran responsabilidad a partir de que si esta actividad ilegal se extiende el problema resultaría más grave respecto a la fabricación de la droga.

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