La Iglesia católica en el marco de la Asamblea de Obispos que se ha reunido en esta ciudad, a través de su máximo prelado, el Cardenal Julio Terrazas, ha solicitado a las autoridades de Gobierno acciones de “servicio clarividente y oportuno” para poder frenar los hechos que atentan la dignidad, libertad y vida de los bolivianos como el narcotráfico y la inseguridad ciudadana.
El planteamiento de la Iglesia en realidad recoge la preocupación de toda la población que observa que las acciones del narcotráfico en el país se van expandiendo en Santa Cruz y otras poblaciones. Los prelados sostienen que el narcotráfico corroe el espíritu de la población boliviana y “hace estragos” en la juventud. En cuanto a la inseguridad ciudadana menciona la “propagación de hechos criminales” que no estarían siendo castigados de forma adecuada.
En realidad se trata de dos asuntos centrales que han sido abordados y difundidos en el mensaje del Cardenal Terrazas y que están en consonancia con la realidad que se presenta en el país y que al mismo tiempo forman parte de la preocupación de las autoridades gubernamentales. No se puede olvidar que en lo referente al narcotráfico altas autoridades de la lucha contra el narcotráfico han reconocido, hace algunas semanas, que existe presencia de grupos de narcotraficantes internacionales, aunque no de clanes dijeron, en el departamento de Santa Cruz. En un operativo realizado hace poco cayó preso el hijo de un conocido narcotraficante cabecilla de un grupo colombiano que está preso en la cárcel.
El descubrimiento de fábricas de elaboración de pasta base de cocaína en lugares geográficos tradicionales, pero que se expanden a otros sitios del altiplano y de los valles cochabambinos, es una prueba fehaciente del poder del narcotráfico que en muchas ocasiones compromete a poblaciones rurales, que por el poder del dinero, prestan una especie de protección.
Estamos frente a una situación que por el peligro que engloba para un futuro inmediato, merece acciones decididas mediante políticas gubernamentales, y quizá por ello, la Iglesia católica habla de acciones “clarividentes y oportunas”, dando a entender que hay que mirar el futuro inmediato antes de que el problema nos conduzca a una situación incontrolable, como ha ocurrido en países como Colombia, donde el circuito de la coca y cocaína demanda inmensos esfuerzos y genera violencia extrema.
Otra arista peligrosa del narcotráfico es la apertura de mercados internos de la droga que inducen al consumo de grupos vulnerables de jóvenes, situación que también ha sido expresada con alarma por autoridades del Ministerio Público y otras, que consideran la necesidad de una intervención mediante políticas públicas de largo alcance.
La lucha contra el narcotráfico importa en primer lugar acciones de Gobierno, pero también de otras instituciones y de la sociedad en cuanto a los efectos que sobre ella recaen. El segundo aspecto, cuando la Iglesia habla de la “propagación de los hechos criminales” se refiere también a un fenómeno que está azotando al país y donde la Ley de Seguridad Ciudadana se demora en brindar certidumbre en la vida de las personas.
El análisis de estos dos temas centrales, expresa la preocupación ciudadana y es correcta la orientación de la Iglesia católica.
El planteamiento de la Iglesia en realidad recoge la preocupación de toda la población que observa que las acciones del narcotráfico en el país se van expandiendo en Santa Cruz y otras poblaciones. Los prelados sostienen que el narcotráfico corroe el espíritu de la población boliviana y “hace estragos” en la juventud. En cuanto a la inseguridad ciudadana menciona la “propagación de hechos criminales” que no estarían siendo castigados de forma adecuada.
En realidad se trata de dos asuntos centrales que han sido abordados y difundidos en el mensaje del Cardenal Terrazas y que están en consonancia con la realidad que se presenta en el país y que al mismo tiempo forman parte de la preocupación de las autoridades gubernamentales. No se puede olvidar que en lo referente al narcotráfico altas autoridades de la lucha contra el narcotráfico han reconocido, hace algunas semanas, que existe presencia de grupos de narcotraficantes internacionales, aunque no de clanes dijeron, en el departamento de Santa Cruz. En un operativo realizado hace poco cayó preso el hijo de un conocido narcotraficante cabecilla de un grupo colombiano que está preso en la cárcel.
El descubrimiento de fábricas de elaboración de pasta base de cocaína en lugares geográficos tradicionales, pero que se expanden a otros sitios del altiplano y de los valles cochabambinos, es una prueba fehaciente del poder del narcotráfico que en muchas ocasiones compromete a poblaciones rurales, que por el poder del dinero, prestan una especie de protección.
Estamos frente a una situación que por el peligro que engloba para un futuro inmediato, merece acciones decididas mediante políticas gubernamentales, y quizá por ello, la Iglesia católica habla de acciones “clarividentes y oportunas”, dando a entender que hay que mirar el futuro inmediato antes de que el problema nos conduzca a una situación incontrolable, como ha ocurrido en países como Colombia, donde el circuito de la coca y cocaína demanda inmensos esfuerzos y genera violencia extrema.
Otra arista peligrosa del narcotráfico es la apertura de mercados internos de la droga que inducen al consumo de grupos vulnerables de jóvenes, situación que también ha sido expresada con alarma por autoridades del Ministerio Público y otras, que consideran la necesidad de una intervención mediante políticas públicas de largo alcance.
La lucha contra el narcotráfico importa en primer lugar acciones de Gobierno, pero también de otras instituciones y de la sociedad en cuanto a los efectos que sobre ella recaen. El segundo aspecto, cuando la Iglesia habla de la “propagación de los hechos criminales” se refiere también a un fenómeno que está azotando al país y donde la Ley de Seguridad Ciudadana se demora en brindar certidumbre en la vida de las personas.
El análisis de estos dos temas centrales, expresa la preocupación ciudadana y es correcta la orientación de la Iglesia católica.
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