Las noticias sobre el impulso que tiene el narcotráfico en el país se han hecho apabullantes. El caso del amauta Valentín Mejillones, que había entregado el bastón de mando de los aimaras a Evo Morales en enero de 2006, es uno entre muchos.
Quizá este caso afecte a la imagen del gobierno y del propio Presidente, pero las noticias de la droga boliviana en el exterior se han hecho cotidianas y nos afectan a todos. Sólo en julio se ha sabido de un barco capturado en el puerto de Odessa, en el Mar Negro, y de otro en Nigeria, con cargas de droga boliviana.
Mientras el presidente Morales estaba sugiriendo que la ONU y Estados Unidos están empeñados en perjudicar a Bolivia en sus evaluaciones sobre la coca y la cocaína, las fuerzas de erradicación de cocales ilegales eran repudiadas en Palos Blancos por los cocaleros de esa región paceña, que les daban pocas horas para desaparecer de la zona.
Eso de parte de los cocaleros. De parte de los fabricantes y traficantes de droga se dio el caso de un comando de la Felcn expulsado de la zona de Pantipata, en Cochabamba. Y se habla de la existencia de 27 ‘narcocomunidades’ sólo en ese departamento.
El método que quiso aplicar el presidente Morales para acabar con los cultivos ilegales, como lo son los del Chapare, fue la erradicación voluntaria o concertada. Pero desde que se aplica ese método, los cultivos de coca sólo han crecido y ahora abarcan regiones hasta hace poco libres de coca.
Los colonizadores, que actúan a veces como punta de lanza de los cocaleros, abriendo sendas para la expansión de la hoja, no respetan parques naturales ni tierras privadas. En efecto, los pueblos originarios del parque nacional Isiboro-Sécure han denunciado que los cocaleros han penetrado en la zona. Son esos originarios los que temen que el mencionado parque pueda convertirse en un nuevo Chapare si es que es atravesado por la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos. Dos altos funcionarios de medio ambiente acaban de renunciar porque se los estaba presionando para que aprueben las licencias ambientales de ese proyecto.
Las autoridades a cargo de los bosques han admitido que no pueden controlar la situación y temen que, al ritmo actual de talado, los bosques del país se acaben en 20 años.
El presidente Morales acaba de decir que él no sabía que el narcotráfico era una actividad tan grande. El país está esperando que el presidente y su Gobierno, ahora que son conscientes del grave problema del narcotráfico, tomen las decisiones necesarias.
Se ha comprobado de manera suficiente que los cultivos de coca ilegales tienen como única función abastecer a los fabricantes de droga.
Está haciendo falta una determinación clara de parte del Gobierno para acabar con esta situación irregular que amenaza con contaminar toda la sociedad boliviana.
Una de las soluciones, además de la erradicación, puede ser la creación de condiciones para que la economía legal se fortalezca y ofrezca oportunidades de trabajo a esos bolivianos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario