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lunes, 29 de junio de 2009

la razón aboga por el control de la producción de la coca e impedir que el narcotráfico afecte la postura de Bolivia ante las naciones.

En Bolivia no sólo se produce sulfato de cocaína, sino también clorhidrato, lo que obliga al país a dar seguridades a la comunidad internacional de que no está contribuyendo, con políticas blandas, a que el mercado internacional esté inundado de droga. Ése es el reto.

El cultivo de coca sin el adecuado control es un riesgo no sólo para el Gobierno sino para todo el país en su conjunto. Del 2007 al 2008, el potencial de la capacidad de producir droga en el país se elevó al nueve por ciento, es decir de 104 a 113 toneladas, de acuerdo con el último informe de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), presentado en La Paz el viernes 19, por el coordinador de Programas para América Latina y el Caribe de la ONUDD, César Guedes, en presencia del vicecanciller Hugo Fernández y del viceministro de Defensa Social, Felipe Cáceres.

El vicecanciller Fernández declaró, en el acto, que “estamos de acuerdo y aceptamos los resultados (del informe)”, añadiendo que “son datos que no requieren ningún cuestionamiento”, pues reconoció que las mismas cifras se tienen en el país, “los cuales —en su concepto— están revelando que todavía persiste la tendencia del crecimiento de la producción de la hoja de coca”.

Está claro —de acuerdo con el informe de ONUDD— que cuando crece la capacidad interna para producir droga, lo que sucedió en el 2008 es que de 54.000 toneladas de coca producidos, 36.200 toneladas se desviaron al narcotráfico.

A modo de reafirmación de tales resultados, el mismo informe dio cuenta de que los niveles de incautación de coca aumentaron en el 2008 de 1.706.636 kilogramos a 2.065.823 kilos. El decomiso de pasta base de cocaína creció, igualmente, de 14.912 kilos en el 2007 a 21.641 kilos en el 2008.

Además, el negocio de la coca en la economía ha tenido un incremento en los últimos años, según lo revelan las estadísticas de producción y comercialización de la hoja. El informe publicado por La Razón señala que la participación de la coca en el PIB pasó de 2,4% a 3%. Cifras extraoficiales señalan que la capacidad de producción de cocaína pasó de 80 a 150 toneladas por año. Los datos se refieren a los cultivos de coca en los Yungas de La Paz y el Chapare de Cochabamba, dos regiones especializadas, pues la primera produce la hoja destinada al uso tradicional, mientras que en la segunda el cultivo es ilegal, según las leyes vigentes. Como se sabe, el presidente Evo Morales es también presidente de las seis federaciones de cocaleros del Chapare.

El valor total de la producción de coca el 2008 habría ascendido a 293 millones de dólares. Según el informe de ONUDD, “estas cifras sugieren que para el país, en su conjunto, la producción de hoja de coca tiene impacto en la economía boliviana, y continúa jugando un rol muy importante dentro de las regiones productoras de la hoja de coca”.

Los mecanismos de la ONU exigen a los productores de coca que no se excedan en los cultivos autorizados para evitar la producción de droga. La novedad de estos meses es que en Bolivia no sólo se produce sulfato de cocaína, sino también clorhidrato, lo que obliga al país a dar seguridades a la comunidad internacional de que no está contribuyendo, con políticas blandas, a que el mercado internacional esté inundado de droga.

Las autoridades deben ordenar la reposición del control oficial sobre la producción de coca y volver a la erradicación de cultivos ilegales, sin eufemismos ni tolerancias encubiertas; caso contrario, el narcotráfico se tornará incontrolable para el país y afectará su relacionamiento con el resto de las naciones.

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