Variaciones sobre coca-cocaína
Mauricio Aira
Arreciaba una campaña mundial ante la proliferación de la cocaína (decenios setenta y ochenta del siglo pasado) como efecto inmediato al aumento de plantaciones de coca en los grandes productores Colombia, Perú, Bolivia las NNUU encabezaron la lista de interesados en obtener la disminución de tales sembradíos e iniciaron tratativas para lograr acuerdos con los gobiernos interesados en preservar el prestigio y la dignidad de sus naciones, Bolivia se adhirió primero con Paz Estenssoro y sucesivamente con Paz Zamora y Bánzer Suárez a la campaña y pidió recursos para sustituir los sembradíos de coca por otros “alternativos”. La respuesta solidaria fue enorme y se convirtieron en proyectos para ofrecer soluciones en las zonas mayormente afectadas como ser Los Yungas y El Chapare. (en su momento se suscribieron una treintena de convenios internacionales)
Jaime Paz tuvo el valor de proponer la erradicación de la coca, si bien pretendió sin éxito exponer que coca no era cocaína. Los resultados no se dejaron esperar El Chapare comenzó a florecer con proyectos de EEUU, Suecia, Rusia, Holanda, Dinamarca, etc., en materia de turismo, de agroindustria, de infraestructura. Había que apoyar los esfuerzos por erradicar la coca y sustituirla por cacao, producción lechera, frutícola, maderera y un largo etc., hasta cuando los ex - mineros relocalizados y varios miles de colonos de Oruro y Potosí recientemente asentados en el chapare tropical encontraron un filón de oro en la producción de coca, para alimentar la industria del narcotráfico. Se organizaron en sindicatos, centrales y federaciones y ofrecieron resistencia cada vez más violenta y agresiva a la continuación del desarrollo alternativo.
Nació entonces “un apoyo criminal” a la actividad cocalera. Sucedió algo diabólico porque está claro que existiendo resoluciones de Estado para erradicar la coca, debía procederse con energía y fuerza a cumplirlas incluyendo el uso de medios a veces violentos. Los cocaleros que contaron con el apoyo de una falange ideológica que respaldó sus acciones en cuanto a violaciones de DDHH se refería. Aquella “falange” estuvo compuesta por un contenido ideológico (la droga será legalizada como lo fue en su momento el alcohol y el tabaco) se tienen que priorizar los derechos humanos a los programas de desarrollo y hubo, los hay aportes en dinero, propaganda, organización: de gobiernos (Venezuela, ojo Cuba jamás apoyó ningún programa de incremento de la coca) de ONGes que surgieron como por encanto de inspiración humanitaria (desprotegidos campesinos productores pobres de solemnidad, es el único chance que tienen para salir adelante), de tipo progresista (si hoy les ayudamos quién sabe si mañana ellos nos ayudarán a nosotros), de interés neoliberal y económico (la coca será ha poco una gran fuente de ingresos, hay que invertir para obtener réditos) y todo el conglomerado agenció pensadores, rodeados de prestigio, y sobretodo de una increíble estructura propagandística que sobrevive entre estadounidenses, europeos y en nuestras sociedades donde cuenta con medios de comunicaciones propios o donde han penetrado a la prensa con células claramente identificadas para apoyar “al sistema de otro mundo es posible” con drogas, sin restricciones legales y con el visto bueno de los gobiernos.
El hecho es que el narcotráfico que se había tomado el gobierno de García Meza en 1980, ha regresado al poder en forma solapada, bajo el rótulo de gobierno democrático ahora de un estado pluri no sé cuánto. La formulación que parece subida de tono no es tal al comprobar que Bolivia se ha convertido en el segundo productor de coca, después de Colombia y antes de Perú. El informe conjunto del Gobierno y de NNUU (43 páginas profusamente ilustrado con mapas, imágenes y cuadros estadísticos incontrastables) está mostrando a todas luces que las plantaciones de hojas de coca superan las 30.500 hectáreas tres veces por encima de las necesidades del mercado interno y un mínimo porcentaje que se exporta legalmente con fines medicinales e industriales) el resto de la colosal cifra va destinado a producir cocaína. El informe reconoce el esfuerzo realizado para reprimir el transporte y destruir las factorías, al mismo tiempo que devela la real situación de haber sido la permisividad, algunos editorialistas serios adjetivan mejor, la liberalidad y mano débil de un “control social” que no existe en la práctica, dejando al descubierto que la partida de la DEA, diríamos mejor su expulsión bajo argumentos deleznables está permitiendo el fenómeno hoy confirmado.
Lo más grave de todo es que la Administración del Sr. Morales no da señal alguna de enmendar el error, más al contrario insiste en acciones para conseguir “la legalización de la droga” y apela a organismos de Colombia que estarían intentando lo mismo, o “la asistencia y el asesoramiento de Rusia y Brasil” para combatir el narcotráfico. No es por tanto extraño que frentes y partidos políticos que preparan su plataforma electoral den prioridad a la recomposición de la política antinarcótico que estuvo vigente hasta antes de asumir el MAS (instrumento político de los cocaleros) el control del Estado.
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