sin Dios ni Ley, así ven a Bolivia desde Europa. lamentable!
TEXTO Y FOTO CARMEN DE CARLOS
ENVIADA ESPECIAL
LOS YUNGAS (BOLIVIA). La mano del narcotráfico se ha metido en las tripas de los valles de los Yungas y amenaza con desangrarlos. En los tres últimos años, el corazón de la hoja de coca tradicional, en la región de La Paz, se ha multiplicado de retazos y parches de plantaciones que se cultivan a ritmo industrial.
La hoja milenaria que mastican los campesinos se extiende por las laderas y las deja como una alfombra llena de calvas. El exceso de producción ha traído prosperidad a los campesinos de la zona, pero el pan de hoy puede ser la ruina de mañana si Bolivia se convierte en el paraíso de los narcotraficantes.
«Nuestro país se está convirtiendo en un espacio donde están dominando los narcotraficantes, sin Dios ni ley». La advertencia del cardenal Julio Terrazas hirió la sensibilidad de Evo Morales, presidente de Bolivia, y de las Seis Federaciones de Cocaleros del Trópico. El Gobierno difundió la semana pasada sus cifras de erradicación de cultivos en un intento por contrarrestar el posible efecto de la homilía del arzobispo de Santa Cruz, pero los datos que no dio a conocer le traicionan.
De 8 a 125 toneladas
En los tres años con Morales en el poder, «los nuevos cultivos superan a la erradicación por la permisividad gubernamental. Hemos pasado de 25.400 hectáreas a unas 31.000 hasta septiembre del año pasado. De estas, únicamente 12.000 están permitidas». Ernesto Justiniano, titular de la Comisión Antinarcóticos de la Cámara de Diputados, se ajusta a los datos de Naciones Unidas y observa cómo «la producción de cocaína se ha incrementado en un 60%. En el año 2005 se elaboraban 8 toneladas de cocaína al año y hoy son 125».
Los números no sorprenden a los campesinos de Los Yungas. «Ahora todos plantamos coca. La DEA (oficina americana de erradicación, expulsada por Morales) ya no está, no hay controles y nos da más dinero y menos trabajo que la fruta», reconoce Osmar. En el «camino de la muerte», como se conoce la ruta que lleva de La Paz a Chulumani, corazón de los Yungas, existe un único control antinarcóticos que, ni a la ida ni a la vuelta del viaje, según experiencia propia, revisa a los vehículos o a sus ocupantes. Carlos Toranzo, analista de la fundación Ebert, observa: «El Gobierno tiene un discurso estatista pero los cocaleros son neoliberales. Quieren un mercado abierto para la coca. Al no haber controles, nos están inundando de una producción cada vez mayor que, obviamente, es utilizada para el narcotráfico».
El Chapare, la otra zona cocalera de Bolivia, donde Evo Morales surgió como líder sindicalista, la mayor parte de la producción, según los campesinos, «no sirve para mascar. Es fea, la secan a la orilla de la carretera por donde pasan todos los camiones pero a los narcos les va bien». Distintas estimaciones advierten que sólo una de cada cien hojas va al mercado legal. También allí, a diferencia de Los Yungas, se planta sobre terreno llano mientras que, en esta zona, se hacen terrazas con escalones de piedra. En la zona de Chulumani «nadie hablaba de la coca hasta hace unos años», asegura Angelino. Agricultor, vive de los árboles frutales pero a diferencia de las cosechas de la hoja de coca «que las van a buscar a las plantaciones», él tiene que trasportar el fruto por su cuenta.
Bolivia es el tercer productor de cocaína, por detrás de Perú y Colombia. Hasta hace unos años, el país se identificaba únicamente con las plantaciones, pero ahora los laboratorios o cocinas para fabricar la pasta base o clorhidrato de cocaína proliferan.
La expulsión de los agentes antidroga de EE.UU. ha dado vuelo a narcotraficantes y cultivos ilegales (hoy en abc, diario mayor de madrid, españa)
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