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lunes, 2 de febrero de 2009

en una comunidad del valle central se encontraron 115 fábricas de cocaína, cuántas más habrá en Cochabamba? se pregunta Los Tiempos editorialmente

El descubrimiento y destrucción de 115 fábricas de cocaína en una sola comunidad del Valle Central puede considerarse como una buena noticia, que pone de manifiesto el hecho de que los organismos de represión están cumpliendo su misión de manera eficaz; pero, a la vez, es un información muy preocupante, que testifica que el narcotráfico adquiere dimensiones de una magnitud que está a punto de rebasar las acciones de interdicción. Que en una región, no muy extensa, se encuentre tal cantidad de laboratorios, significa que en otras zonas de todos los valles de Cochabamba está ocurriendo lo mismo, haciendo del Departamento una gigantesca fábrica de cocaína. El funcionamiento de esta floreciente “industria” requiere de una gran cantidad de mano de obra; en consecuencia, los campesinos, ante la tentación del dinero fácil, están abandonando sus actividades agrícolas tradicionales, con graves incidencias en el normal aprovisionamiento de alimentos para la población. Los comunarios, por otra parte, seguros de estar en su pleno derecho por ser parte de los “movimientos sociales” que apoyan al gobierno del MAS, están oponiendo una feroz resistencia, recibiendo a las fuerzas del orden con piedras y explosiones de cartuchos de dinamita. No hay razón para dudar de que este fenómeno que se registra en el Departamento de Cochabamba se repita en otras zonas rurales y urbanas del resto país. Se confirma así lo que hace ya mucho tiempo ha dejado de ser una sospecha: la política permisiva del actual régimen en el tema de los cultivos de coca está poniendo en manos de los narcotraficantes, grandes y pequeños, enormes cantidades de la materia prima para la elaboración de droga. Al paso que vamos, no habrá fuerza que pueda frenar el aluvión de cocaína que producirán las miles de fábricas dispersas por todo el territorio boliviano. Mientras tanto, el Gobierno cree, a nombre de una supuesta defensa de la soberanía nacional, estar cumpliendo su deber celebrando, ayer, el abandono del país del último agente de la DEA.

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