Masificación de factorías cocaineras
Mauricio Aira
Tema obligado referirse al problema mayor que confronta el colectivo boliviano. La proliferación de plantas que elaboran la cocaína, droga maldita que destroza la vida y la juventud del mundo entero. La noticia de haberse destruído en contadas horas 115 de esas factorías asentadas en un cantón provincial del valle cochabambino, se oscureció por el megaescándalo con un alevoso crimen de por medio y que tiene que ver con el clan Santos Ramírez de la flor y nata del partido de gobierno, el MAS.
En efecto, todo el enfoque de la información y la atención pública se situó en el millonario atraco de casi medio millón de dólares, el asesinato del empresario tarijeño Jorge O´Connor y las inmediatas connotaciones en Santos Ramírez como impulsor, autor y ejecutor de un contrato con empresa argentino-boliviana de dudosa existencia. Mientras la concentración pública se focalizó en el desarrollo del mayor acto de corrupción de los seguidores de Evo Morales, casi nadie le prestó atención al suceso del Valle Central. Ha sido necesario que la prensa internacional, especialmente los grandes diarios de España como ABC y El País y otros muchos estén llamando la atención de lo que está pasando en Bolivia donde se está dando un aumento hasta del 60% mayor en la producción de cocaína del período anterior.
No se trata tan sólo de la dignidad perdida como nación, según El Deber, “de algo que abochorna y nos duele hondamente”, producto de la participación de los criollos que se dejaron tentar por el vicio tanto para producir la materia prima y refinar el estupefaciente y ponerlo en el mercado dándose modos para llegar allí donde pagan precios altos sin importales el riesgo que corren, cuanto para consumir ellos mismos el veneno que fabrican.
Sólo para mencionar algo de lo mucho que se viene publicando “Bolivia entera se ha convertido en una gigantezca fábrica de cocaína” y la cita de campesinos que muy sueltos de cuerpo declaran dedicarse cien por ciento a la producción de coca “nos pagan mejor, con menor esfuerzo y sin ningún peligro” y debe ser así, por cuanto la policía especializada que destruyó las factorías, no realizó una sola detención. “El pueblo entero salió a impedirnos nuestro trabajo ellos eran varios cientos, nosotros 25”
Hacemos nuestra la inquietud del diario citado ¿“qué es lo que está fallando, qué mecanismos se han desajustado, qué controles han dejado de responder en la lucha formal contra el narcotráfico que involucra a tantos países? No es difícil responder, porque todo empezó cuando el MAS, con Evo Morales a la cabeza desencadenó los demonios lanzándose a las carreteras con cientos de desocupados, es decir de cocaleros sin ocupación fija, y uno a uno fueron haciéndose del poder, de la opinión pública, crearon su “instrumento político” y se lanzaron a la contienda democrática que consiguieron vencer atenidos a su poder económico y a la disponibilidad de “los movimientos sociales” bien motivados por los petro-dólares venezolanos.
Se están produciendo investigaciones profundas y se han escrito libros que van abriendo los ojos de quienes hasta antes de ahora se obstinaban en aceptar que el MAS tiene origen en la coca, que de la coca se produce la cocaína y que ésta envena al mundo y envilece, como lo estamos comprobando al campesino, al funcionario público, al policía, esperamos que los medios de comunicación social, la Iglesia, el Empresariado, las Fuerzas Armadas y ciertos partidos políticos no se sumerjan en el submundo del tráfico de cocaína que crece cual un pulpo gigante abarcándolo todo.
Tomado el poder público, los tentáculos del narcotráfico a título de “cambio, inclusión, reparación del daño provocado en los 500 años, etc., etc.,” se van extendiendo de forma alarmante al poder judicial, a la policía, al parlamento, a la educación, aunque tienen un freno por el momento en las Autonomías que han demostrado su garra para resistir el totalitarismo secante del centralismo que preconiza el MAS, la Iglesia como institución y merece todo elogio y ponderación, el rol de los medios de comunicación que mantiene su independencia y su amor por Bolivia, en la batalla de cada día saliendo por los fueros de la verdad.
Dentro del plan preestablecido de tomar el poder y dotar a los cocaleros de absoluta libertad para masificar la producción y fabricación de cocaína, se contempló la expulsión de la DEA aquel organismo norteamericano que trabaja en el control y represión de los narcotraficantes, lo que no era posible sin antes romper con Estados Unidos, expulsando a su Embajador y cerrar las puertas de USAID que se hallaba ejecutando programas alternativos justamente en El Chapare y los Yungas de tradicional producción de la hoja de coca.
El frente político que pretenda reivindicar la dignidad nacional, tiene que proponer abierta y definitivamente la erradicación de la coca, la desaparición de la cocaína y la sanción directa de los productores de cocaína, así signifique frenar a los demonios desatados por el masismo.
Mauricio Aira
Tema obligado referirse al problema mayor que confronta el colectivo boliviano. La proliferación de plantas que elaboran la cocaína, droga maldita que destroza la vida y la juventud del mundo entero. La noticia de haberse destruído en contadas horas 115 de esas factorías asentadas en un cantón provincial del valle cochabambino, se oscureció por el megaescándalo con un alevoso crimen de por medio y que tiene que ver con el clan Santos Ramírez de la flor y nata del partido de gobierno, el MAS.
En efecto, todo el enfoque de la información y la atención pública se situó en el millonario atraco de casi medio millón de dólares, el asesinato del empresario tarijeño Jorge O´Connor y las inmediatas connotaciones en Santos Ramírez como impulsor, autor y ejecutor de un contrato con empresa argentino-boliviana de dudosa existencia. Mientras la concentración pública se focalizó en el desarrollo del mayor acto de corrupción de los seguidores de Evo Morales, casi nadie le prestó atención al suceso del Valle Central. Ha sido necesario que la prensa internacional, especialmente los grandes diarios de España como ABC y El País y otros muchos estén llamando la atención de lo que está pasando en Bolivia donde se está dando un aumento hasta del 60% mayor en la producción de cocaína del período anterior.
No se trata tan sólo de la dignidad perdida como nación, según El Deber, “de algo que abochorna y nos duele hondamente”, producto de la participación de los criollos que se dejaron tentar por el vicio tanto para producir la materia prima y refinar el estupefaciente y ponerlo en el mercado dándose modos para llegar allí donde pagan precios altos sin importales el riesgo que corren, cuanto para consumir ellos mismos el veneno que fabrican.
Sólo para mencionar algo de lo mucho que se viene publicando “Bolivia entera se ha convertido en una gigantezca fábrica de cocaína” y la cita de campesinos que muy sueltos de cuerpo declaran dedicarse cien por ciento a la producción de coca “nos pagan mejor, con menor esfuerzo y sin ningún peligro” y debe ser así, por cuanto la policía especializada que destruyó las factorías, no realizó una sola detención. “El pueblo entero salió a impedirnos nuestro trabajo ellos eran varios cientos, nosotros 25”
Hacemos nuestra la inquietud del diario citado ¿“qué es lo que está fallando, qué mecanismos se han desajustado, qué controles han dejado de responder en la lucha formal contra el narcotráfico que involucra a tantos países? No es difícil responder, porque todo empezó cuando el MAS, con Evo Morales a la cabeza desencadenó los demonios lanzándose a las carreteras con cientos de desocupados, es decir de cocaleros sin ocupación fija, y uno a uno fueron haciéndose del poder, de la opinión pública, crearon su “instrumento político” y se lanzaron a la contienda democrática que consiguieron vencer atenidos a su poder económico y a la disponibilidad de “los movimientos sociales” bien motivados por los petro-dólares venezolanos.
Se están produciendo investigaciones profundas y se han escrito libros que van abriendo los ojos de quienes hasta antes de ahora se obstinaban en aceptar que el MAS tiene origen en la coca, que de la coca se produce la cocaína y que ésta envena al mundo y envilece, como lo estamos comprobando al campesino, al funcionario público, al policía, esperamos que los medios de comunicación social, la Iglesia, el Empresariado, las Fuerzas Armadas y ciertos partidos políticos no se sumerjan en el submundo del tráfico de cocaína que crece cual un pulpo gigante abarcándolo todo.
Tomado el poder público, los tentáculos del narcotráfico a título de “cambio, inclusión, reparación del daño provocado en los 500 años, etc., etc.,” se van extendiendo de forma alarmante al poder judicial, a la policía, al parlamento, a la educación, aunque tienen un freno por el momento en las Autonomías que han demostrado su garra para resistir el totalitarismo secante del centralismo que preconiza el MAS, la Iglesia como institución y merece todo elogio y ponderación, el rol de los medios de comunicación que mantiene su independencia y su amor por Bolivia, en la batalla de cada día saliendo por los fueros de la verdad.
Dentro del plan preestablecido de tomar el poder y dotar a los cocaleros de absoluta libertad para masificar la producción y fabricación de cocaína, se contempló la expulsión de la DEA aquel organismo norteamericano que trabaja en el control y represión de los narcotraficantes, lo que no era posible sin antes romper con Estados Unidos, expulsando a su Embajador y cerrar las puertas de USAID que se hallaba ejecutando programas alternativos justamente en El Chapare y los Yungas de tradicional producción de la hoja de coca.
El frente político que pretenda reivindicar la dignidad nacional, tiene que proponer abierta y definitivamente la erradicación de la coca, la desaparición de la cocaína y la sanción directa de los productores de cocaína, así signifique frenar a los demonios desatados por el masismo.
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