La revelación está contenida en una crónica desde Puerto Suárez escrita por Carlos Valdez y difundida por el mundo entero por AP (Associated Press)
Desde una carretera elevada en las afueras de este puerto fluvial boliviano se observa la paradisiaca laguna Cáceres, mientras en el verde horizonte se recorta la silueta de los edificios de la ciudad brasileña de Corumbá.
Se trata a simple vista de un apacible tramo de la frontera común de 3,423 km, una línea divisoria que serpentea a través de pantanos y selvas que hoy se están convirtiendo en escenario de un creciente tráfico de droga boliviana hacia suelo brasileño, donde apenas 157 agentes vigilan por el lado de Bolivia.
Una buena parte de la cocaína boliviana tiene como destino final Brasil, desde donde ingresan, sobre todo por 10 pasos fronterizos, ácidos, carbonato de sodio, acetona, éter y autos robados que son canjeados con droga, dijo en entrevista con la AP el director de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico de Bolivia (FELCN), coronel René Sanabria. Una situación que ayuda explicar el director de la Agencia Brasileña de Inteligencia, Marcio Paulo Buzanelli, desde Brasilia.
''Nosotros hemos notado un aumento en el tráfico de cocaína y de pasta base para Brasil en los dos últimos años. Un indicador de eso son las incautaciones en los estados brasileños vecinos a Bolivia'', afirmó a la AP Buzanelli, quien reconoce la necesidad de ''trabajar más'' con sus contrapartes.
Por ejemplo, en el estado de Mato Grosso do Sul, donde está el puerto fluvial de Corumbá, el 2006 fueron decomisados 1,570 kilos de cocaína, respecto a los 1,379 kilos del año inmediatamente anterior.
No obstante, el narcotráfico no suele ser un tema dominante en las cumbres de los presidentes de ambos países, muy concentrados en los hidrocarburos. El problema es que aparejado a la dinámica fronteriza el negocio de la droga sufre una mutación, según Sanabria, al punto que modernos laboratorios con ''tecnología colombiana'' empiezan a brotar en la selva oriental boliviana, acortando la distancia que separa el polvo blanco de las narices de sus consumidores brasileños.
Mientras en la región occidental la droga con destino a Chile o Argentina todavía se produce en precarias fábricas en el altiplano o en viviendas pobres, una mega factoría hallada en mayo cerca de la frontera brasileña tenía generador de electricidad, un planta potabilizadora de agua, hornos microonda para secar la droga y equipos de radio.
El laboratorio ''tenía capacidad de producir al día hasta 110 kilos de cocaína de alta pureza'', explicó Sanabria, quien llegó a Puerto Suárez acompañando una misión estadounidense. Este complejo cocalero, uno de los más modernos hallados en Bolivia, fue detectado gracias a un satélite usado por la Agencia Antidrogas de Estados Unidos.
Aunque no hay evidencias de que en el país estén operando carteles poderosos, la FELCN sospecha que detrás del negocio ''hay peces gordos'' y clanes familiares de bolivianos, brasileños y colombianos.
También con la llegada del líder cocalero Evo Morales al poder en Bolivia hace más de un año de alguna forma se revindicó a la hoja sagrada de los indígenas, al punto que el presidente busca extender en el uso de productos lícitos como alimentos y medicinas. Para cumplir este propósito, anunció el incremento del área de cultivo legal hasta 20,000 ha desde las 12,000 previas autorizadas.
La medida del gobernante de Bolivia no cayó muy bien en Brasil.
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