Una reciente asamblea plenaria del Episcopado volvió a poner ante la mirada de la sociedad el rostro cruel de una realidad que afecta severamente no sólo a las generaciones juveniles, sino también a niños de sectores más vulnerables que, a partir de los ocho años en muchos casos, muerden el perverso anzuelo del paco, que origina precoz adicción y consecuente deterioro mental.
Esta información, sustentada en estadísticas actuales, confirma una vez más el incesante avance del narcotráfico y su capacidad de ir ocupando mayores "espacios de poder", como se señaló en la citada asamblea. Ese poder se aplica en nuestro país tanto para producir estupefacientes, como para distribuirlos, comercializarlos y atraer a consumidores más débiles. Y se une a otro mal semejante: la ingestión de bebidas alcohólicas por los adolescentes.
En un clima así denso, las voces que apoyan la despenalización de las drogas ilegales agregan confusión y resienten certidumbres en una lucha que reclama mantener firmeza de objetivos y acciones en el curso de una política integral, hasta ahora ausente, que también contemple "la creación de centros asistenciales en todo el país", según se dijo en la asamblea plenaria.
Los datos estadísticos, basados en el Informe Mundial sobre Drogas 2010, dado a conocer por la ONU, son elocuentes. En el curso de una década, el consumo de algún tipo de estupefaciente en nuestra población, entre los 15 y los 64 años, aumentó diez veces. Se estima, también, que el 15 por ciento de los alumnos del nivel medio consume marihuana, si se considera un promedio de todo el país; en el Gran Buenos Aires, esa cifra se eleva al 30 por ciento.
Asimismo, ha crecido el hábito de beber alcohol en nuestros adolescentes y, además, se calcula que la influencia de las drogas ha obrado en el 60 por ciento de los delitos cometidos por menores.
En cuanto al paco, su consumo se ha expandido y ha llegado a poblaciones pequeñas del interior, como se ha observado en Salta y en Jujuy. En suma, la penetración de los estupefacientes en los últimos años ha logrado aumentar y extender el consumo y las adicciones, es causa motivadora de delitos y violencia, y ha contribuido a la corrupción pública y privada.
Es notorio que las noticias sobre el avance de la drogadicción y el alcoholismo nos vienen abrumando desde hace años. Lamentablemente es limitado lo que se hace aun ante cuestiones flagrantes. Así, por ejemplo, muchos saben dónde se expende droga a los chicos, cerca de colegios o en lugares de veraneo. Sin embargo, pocos son los que actúan y siguen el ejemplo de "las madres del paco". También, es verdad que hay comerciantes que venden alcohol a los menores y dejan de cumplir con las ordenanzas que lo prohíben.
Es evidente, entonces, que se omiten muchas conductas que deberían manifestarse. Autoridades y público tienen que obrar sin claudicaciones, pues se trata de preservar la salud de la minoridad y de los jóvenes; es decir, el futuro de las familias y del país. Si no lo hacemos, el narcotráfico proseguirá ganando esta guerra.
1 comentario:
Espero que se haga algo para disminuir el consumo de droga en los adolescentes que son el futuro, porq gran parte de la violencia se debe a eso. Aqui en USA los adolescentes tambien incursionan en las drogas y es preocupante, cerca de los Hoteles cinco estrellas en New York hay bastante control para parar un poco con esto.
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