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viernes, 3 de diciembre de 2010

se pretende evitar nuevos enfrentamientos por causa de la coca. apuesta La Razón, sin tocar el fondo: más coca, más cocaína y ahí está la cuestión

Desde el 2009, en Bolivia la hoja de coca está protegida por la Constitución Política del Estado, que en su artículo 384 la declara "patrimonio cultural, recurso natural renovable de la biodiversidad de Bolivia, y como factor de cohesión social" y especifica que su "revalorización, producción, comercialización e industrialización se regirá mediante la ley". El dilema está en si se debe reemplazar la Ley 1008 de Sustancias Controladas, todavía vigente, por una ley de la Coca, o si se debe conservar la primera, además de la prescrita por la Constitución.

La decisión es especialmente crítica considerando, por una parte, que pese al éxito de las tareas de erradicación, los cultivos ilegales, o excedentarios, de hoja de coca se multiplican en el país, y que el parámetro está señalado en la Ley 1008, muchas veces denunciada por inconstitucional. Por otra parte, que dichas tareas de erradicación son la principal fuente de conflicto y violencia entre campesinos y fuerzas del Estado, que no debe repetir errores del pasado.

Ayer fue en el Chapare, que se convirtió en símbolo del abuso estatal y la injerencia extranjera; con la nueva correlación de fuerzas, además de la expulsión de la DEA y otras agencias internacionales, allí se ha impuesto un sistema de autorregulación que se desea eficaz para evitar que la coca producida en esa región se desvíe al narcotráfico, pero que por las características de este ilícito negocio muestra también algunas debilidades.

Es en el norte paceño, donde, en los últimos años las fértiles tierras han dejado de producir fruta para ser convertidas al cultivo de la hoja de coca.

Si ayer la coca excedentaria se encontraba en el Chapare, hoy también está en la región vecina a los Yungas; y si ayer la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) era resistida por los cocaleros chapareños, hoy lo es por los campesinos de Palos Blancos. En ambos casos, el Estado boliviano se está mostrando drástico en la interdicción y los campesinos feroces en la resistencia.

No se desea ver nuevamente las dramáticas escenas de enfrentamientos causados por la hoja de coca, y por eso la solución a este tema es, como siempre que la seguridad y hasta la vida de las personas está en juego, una urgencia.

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