Cuando el presidente Evo Morales dijo si “los abogados me dicen es ilegal, yo le meto nomás y les digo métanle nomás y después lo legalizan, para eso han estudiado” (agosto 2008) eran previsibles sus futuras acciones, pese a los acuerdos políticos incluidos en la nueva Constitución Política del Estado (CPE).
Los sumisos abogados del Tribunal Constitucional (TC), siendo sus supuestos custodios, ‘le metieron nomas’ y habilitaron a Morales y al ‘vice’ a una tercera re-relección. Lo hicieron violando la disposición Transitoria Primera, parágrafo II de la CPE, cuyo texto establece que en Bolivia solo es posible una relección consecutiva, debiendo tenerse presente para tal fin “los mandatos anteriores a la vigencia de esta Constitución” aprobada en 2009. Más claro que el agua clara.
Contra la razón jurídica de la democracia directa que aprobó aquella Constitución –con tres muertos en la Calancha antes– y también la elección de magistrados del Tribunal dos años después, estos ‘le metieron nomás’. ¿Por qué? Porque son rehenes de Morales y del ‘vice’: a ellos les deben sus cargos, y en contubernio de ida y vuelta sentenciaron que el primer periodo de Gobierno de Morales (2006–2009), estaba contemplado en la antigua Constitución y no en la nueva.
Con esa ‘maniobra envolvente’, como dijo el ‘vice’, el primer mandato de Morales es el actual, a partir de la refundación del Estado convertido en Plurinacional desde 2009. ¡Qué sarta de ilegalidades! Al desaparecer la República de Bolivia, desapareció también la independencia de poderes, hoy sometidos al poder político del nuevo Estado.
¿Cuál Estado? El Estado pluricorporativo, entre ellos los sindicatos que cultivan hoja de coca excedentaria para la producción de cocaína y que tienen a Evo como presidente de seis federaciones de cocaleros desde hace 17 años. La hoja de coca que cultivan alimenta la capitalista e ilegal industria de la droga que promueve el crimen organizado y la violencia extrema. El nuevo Estado es el reino de contrabandistas y traficantes de diversas mercancías, amén de los narcotraficantes y los cada vez mayores sectores informales, campo fértil para la demagogia y la antipolítica populista.
Con la institucionalidad hecha trizas, el Estado Plurificciones genera redes de abogados extorsionadores que violan el Estado de derecho y el imperio de la ley, como los magistrados de marras, que ‘le metieron nomás’ para satisfacer al autócrata
Máster en Ciencias Políticas
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