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jueves, 22 de septiembre de 2011

oportuno llamado de atención de El Día ante el tema de la coca. mencionando solo de paso que el consumo de cocaína es cada vez mayor en Bolivia, discurre sobre el dilema y las contradicciones.


Hace unos días el ex aliado del Gobierno del MAS, Juan del Granado, lanzó una propuesta que pasó casi desapercibida en el país por motivos obvios. El exalcalde paceño, quien critica a la administración de Evo Morales, pero dice ser fiel al “proceso de cambio” (al que propone recuperar y reconducir), le planteó al presidente legalizar el consumo de la cocaína en el país, con el objetivo de evitar que las mafias y los cárteles de la droga se apoderen de la realidad nacional como ha sucedido en el norte de México y ocurría en Colombia hace una década.

Rápidamente la pregunta provocó inquietud en la prensa internacional y fue trasladada al primer mandatario boliviano, quien la rechazó de plano, porque según dice, él solo defiende la coca y no las drogas. Pese a esa afirmación, Evo Morales sorprendió ayer a los asistentes a la Asamblea General de la ONU en Nueva York, cuando volvió a plantear su acostumbrada y férrea defensa de la “hoja sagrada”, acompañada de algunos comentarios sobre la despenalización de la cocaína, droga que tiene usos terapéuticos en algunos lugares de Estados Unidos, Reino Unidos y otros países.

Para Evo Morales, resulta una hipocresía que la cocaína tenga aceptación bajo receta médica, mientras que el consumo de la coca siga siendo penalizado por la Convención de Viena sobre Estupefacientes, mecanismo multilateral que el Gobierno ha propuesto abandonar precisamente por el asunto de la coca. La apuesta la diplomacia boliviana es volver a adherirse al convenio pero con reservas, algo que no parece ser viable, según los entendidos en la materia.

De cualquier forma, el debate sobre la legalización de las drogas llegará tarde o temprano a ocupar la política nacional y tanto la declaración de Juan del Granado como el discurso presidencial son indicios de que esta discusión está muy cerca de Bolivia. Primero que nada, el Gobierno de Evo Morales no podrá seguir ocultando una posición que desde hace mucho es un secreto a voces. Esa misma contradicción que el primer mandatario ve en los países consumidores de cocaína se da a nivel interno cuando el régimen defiende y promueve los cultivos de coca, pero pretende hacerse el desentendido con la explosión de la producción de droga.

La política de manos abiertas hacia la coca le está ocasionando graves problemas a nivel internacional al régimen de Evo Morales, quien se encuentra en el ojo de la tormenta, no solo porque han llegado a vincular a su administración con la producción y el tráfico de cocaína, sino porque los países vecinos, principales destinatarios de la droga boliviana, han comenzado a exigir mayor determinación de las autoridades nacionales en el combate a las mafias que controlan el negocio. El cerco es cada vez más estrecho y el régimen del MAS necesita tomar una decisión urgente.

No es desconocido que en el mundo crecen las críticas hacia la política internacional contra las drogas y muchos la consideran una guerra fracasada. Muchas personalidades de talla mundial como el premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, se han pronunciado a favor de la despenalización de las drogas y de hecho, un ilustre allegado al régimen de Evo Morales, George Soros, es precisamente uno de los mayores impulsores de esta propuesta. El magnate, considerado uno de los más grandes especuladores del mundo, obviamente pone sus ojos en Bolivia porque de producirse la apertura, tendría en sus manos un negocio multimillonario y en un país que ha convertido a la coca en su razón de ser.

¿Es esta la visión del Gobierno de Evo Morales? ¿Hacia ahí apunta la jugada diplomática sobre la Convención de Viena? Esa es una realidad que tal vez muy pronto tendrá que ser admitida.
Esa contradicción que el primer mandatario ve en los países consumidores de cocaína se da a nivel interno cuando el régimen defiende los cultivos de coca, pero pretende hacerse el desentendido con la explosión del narcotráfico.

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