hermanas Terán narcotraficantes en libertad |
Un reciente estudio sobre el incremento del consumo de sustancias psicotrópicas ilegales y también de las denominadas drogas sociales entre los escolares y juventud boliviana, ha disparado las alarmas del país, porque ha quedado establecido de manera clara que los consumidores y víctimas de la drogadicción pertenecen a los estratos más jóvenes de la sociedad boliviana. Si bien el consumo de drogas ya era un hecho reconocido, no ha sido hasta ahora que se ha llamado la atención sobre la peligrosa curva ascendente del consumo de drogas en el país, que se cierne como una real amenaza para la sociedad en su conjunto, pero que afecta grave y directamente al valioso capital humano nacional.
Los datos extraídos del estudio realizado durante el último año por el Centro Latinoamericano de Investigación Científica (Celin) vienen a ser el corolario de años de seguimiento de un proceso que ya ha llamado la atención por su implicancia en el bienestar de la sociedad. De esta manera, se sabe que las ciudades de El Alto y Tarija son las que registran el mayor consumo de drogas por parte de jóvenes de 12 a 21 años de edad. Lo que ha despertado justificada preocupación es que en la ciudad de Santa Cruz, parte del eje central, el consumo de marihuana, inhalables, clorhidrato de cocaína, base de cocaína y alucinógenos viene a ser superior al promedio nacional y fronterizo.
Entonces, si se considera que desde 1993 el consumo de drogas en Santa Cruz se ha ido incrementando de manera notoria, resulta lógico deducir que si no se toman cuanto antes medidas responsables, este aumento puede convertirse en atentatorio a la seguridad y bienestar de la población. Las cifras señalan un consumo de 1,6 por ciento en 1993, mientras que para el 2011 el porcentaje ha subido a 8,1 por ciento, cifra claramente superior, comparada con el promedio nacional. La situación se torna más grave de cara al futuro, ante el incremento del comercio de estupefacientes, el auge del narcotráfico y la ausencia de políticas estatales de prevención del consumo de drogas.
Todavía más, la lucha contra el narcotráfico adolece de grandes insuficiencias, al punto que los esfuerzos nacionales requieren con urgencia de apoyo internacional, el que no se ha logrado establecer como corresponde. Esta situación delicada, que permite a los narcotraficantes actuar a sus anchas, favorece un ambiente apto como caldo de cultivo para el consumo de drogas sociales, con el aval de las autoridades que ceden a la fuerza del comercio. La permisividad hacia las drogas sociales deriva en violencia de todo tipo, accidentes de tránsito y, por supuesto, de un sinuoso camino hacia el consumo de otras drogas, esta vez ilegales y dañinas, capaces de alterar los fundamentos de la sociedad.
Resulta sensato admitir entonces, que el consumo de drogas socialmente aceptadas como el tabaco y el alcohol abren las puertas al consumo de drogas potencialmente más peligrosas e ilegales, como la marihuana, la cocaína y los estimulantes psicotrópicos. Por tanto, las autoridades deberían tomar el asunto entre sus manos y decidir las medidas más razonables y factibles para frenar, por ejemplo, el consumo desmedido de alcohol entre la juventud. Por otra parte, ya es hora de que el Gobierno provea al país de políticas y estrategias para prevenir el consumo de drogas. Esta medida lleva su tiempo, pero cuanto más pronto se comience a implementarla mejor. Después, los daños serán de mayor magnitud y alcance, socavando a fondo las reservas del capital humano nacional.
Los datos extraídos del estudio realizado durante el último año por el Centro Latinoamericano de Investigación Científica (Celin) vienen a ser el corolario de años de seguimiento de un proceso que ya ha llamado la atención por su implicancia en el bienestar de la sociedad. De esta manera, se sabe que las ciudades de El Alto y Tarija son las que registran el mayor consumo de drogas por parte de jóvenes de 12 a 21 años de edad. Lo que ha despertado justificada preocupación es que en la ciudad de Santa Cruz, parte del eje central, el consumo de marihuana, inhalables, clorhidrato de cocaína, base de cocaína y alucinógenos viene a ser superior al promedio nacional y fronterizo.
Entonces, si se considera que desde 1993 el consumo de drogas en Santa Cruz se ha ido incrementando de manera notoria, resulta lógico deducir que si no se toman cuanto antes medidas responsables, este aumento puede convertirse en atentatorio a la seguridad y bienestar de la población. Las cifras señalan un consumo de 1,6 por ciento en 1993, mientras que para el 2011 el porcentaje ha subido a 8,1 por ciento, cifra claramente superior, comparada con el promedio nacional. La situación se torna más grave de cara al futuro, ante el incremento del comercio de estupefacientes, el auge del narcotráfico y la ausencia de políticas estatales de prevención del consumo de drogas.
Todavía más, la lucha contra el narcotráfico adolece de grandes insuficiencias, al punto que los esfuerzos nacionales requieren con urgencia de apoyo internacional, el que no se ha logrado establecer como corresponde. Esta situación delicada, que permite a los narcotraficantes actuar a sus anchas, favorece un ambiente apto como caldo de cultivo para el consumo de drogas sociales, con el aval de las autoridades que ceden a la fuerza del comercio. La permisividad hacia las drogas sociales deriva en violencia de todo tipo, accidentes de tránsito y, por supuesto, de un sinuoso camino hacia el consumo de otras drogas, esta vez ilegales y dañinas, capaces de alterar los fundamentos de la sociedad.
Resulta sensato admitir entonces, que el consumo de drogas socialmente aceptadas como el tabaco y el alcohol abren las puertas al consumo de drogas potencialmente más peligrosas e ilegales, como la marihuana, la cocaína y los estimulantes psicotrópicos. Por tanto, las autoridades deberían tomar el asunto entre sus manos y decidir las medidas más razonables y factibles para frenar, por ejemplo, el consumo desmedido de alcohol entre la juventud. Por otra parte, ya es hora de que el Gobierno provea al país de políticas y estrategias para prevenir el consumo de drogas. Esta medida lleva su tiempo, pero cuanto más pronto se comience a implementarla mejor. Después, los daños serán de mayor magnitud y alcance, socavando a fondo las reservas del capital humano nacional.
Ya es hora de que el Gobierno provea al país cuanto antes, de políticas y estrategias para prevenir el consumo de drogas. Sin duda que cuanto más pronto, mejor.
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