coca maldita
Nicolas Loayza
n.loayza123@hotmail.com
Los bolivianos estamos siendo engañados con propaganda sobre que la cacaina es mala mientras la hoja de coca sí es buena y es una parte muy importante de nuestra cultura. Es mentira: la cocaína es mala y la coca lo es también.
La hoja de coca es nociva para la salud. La hoja de coca es un coctel tóxico de 14 alcaloides que engañan al cerebro, deteriorar la dentadura y como es un estimulante hace creer a los consumidores que no tienen ni hambre ni cansancio cuando si tienen las dos cosas.
Está medicamente probado que el acullico produce adicción y que el uso crónico de la hoja mascada de coca se asocia con cuadros de apatía, depresión, trastornos de la conducta y alteraciones cognitivas. Además, el uso de legía en el pijcheo daña la dentadura
Por ello, es necesario que los bolivianos no nos sigamos engañando: Los bolivianos viviríamos mejor sin coca y con una alimentación equilibrada con suficientes proteínas y vitaminas. Como el Estado boliviano no puede garantizarnos alimentación nos da coca y pretende engañarnos diciéndonos que todo está bien, que la hoja es curativa y alimenticia. No es verdad. Ojala que en lugar de ser presidente de las seis federaciones de productores de coca Evo Morales fuese presidente de las federaciones de productores de carne de res, o de criadores de pollo, o de productores de fruta y verduras. Mucho mejor le iría a Bolivia y a los pobres de Bolivia.
La hoja de coca tampoco es el centro de nuestra cultura. Eso es mentira. Quizás para muchos bolivianos mascar coca sea una tradición, como para muchos otros lo es emborracharse los fines de semana o golpear a sus esposas; pero eso no es nada cultural. Una adicción no puede ser cultura y algo que se usa para enmascarar el hambre, tampoco. La cultura boliviana es Gilberto, Rojas, el carnaval de Oruro, los Kjarkas, Gladys Moreno, los Loukass, Yolanda Bedregal, Pedro Shimoshe o Jaime Saenz y ni los cocaleros ni los narcotraficantes pichicateros han aportado nunca nada para nuestra cultura nacional y el que sostenga lo contrario, miente.
No es verdad que la coca sea una hoja milenaria. Esta probado que los incas no permitían que el pueblo acullicase, porque sabían que era nocivo. La práctica del consumo de la coca tenía fines rituales y entre la élite inca y no se acullicaba constantemente, de hecho el consumo masivo sólo llegó con la colonización de los españoles, que querían adormilar al pueblo y dominarlo para que trabajase más horas en las minas sin tener casi necesidad de comer. Acullicaban y se morían de hambre y cansancio en las mitas ¿Podemos estar de acuerdo con eso? Tener a nuestro pueblo sometido ¿es una práctica cultural milenaria? Mentira.
Otra falsedad es la industrialización de la hoja de coca. La hoja de coca sólo se industrializa intensivamente para fabricar cocaína. No sirve para nada más y eso lo sabe todo el mundo. Todos los esfuerzos por industrializar la hoja han fracasado: la goma de mascar de coca, la pasta de dientes de coca, el licor, los caramelos, el jarabe, la sopa, todos esos productos han sido un gran fracaso. Si los bolivianos no toleramos la pasta de diente de coca ¿cómo queremos convencerle a un sueco o a un chino que la consuma? Es mentira, la industrialización es una tapadera para el narcotráfico.
La hoja de coca y los cocaleros son depredadores del medio ambiente. Basta con ver lo que sucede en el TIPNIS: los cocaleros quieren ampliar su frontera agrícola para satisfacer el apetito insaciable del narcotráfico. Esa es la única verdad. El cultivo de la coca acaba con los suelos y provoca desforestación. Según los estudios existentes, la expansión del cultivo, la producción y el tráfico de coca en Perú, Bolivia y Colombia ha causado la destrucción de por lo menos 2,4 millones de hectáreas de bosque tropical en la región andina en los últimos 20 años. En Bolivia, el despeje por medio de la tala y quema para nuevos cultivos de coca tuvo como resultado la destrucción de casi 40.000 hectáreas de bosque en la región del Chapare sólo desde la mitad de la década del ochenta hasta el final de los años noventa.
La deforestación causada por el cultivo de narcóticos en las cuencas montañosas aumenta la gravedad de inundaciones y sequías Igual de grave o peor: el proceso de transformación de las hojas de coca a cocaína genera un gran daño ambiental como resultado de la eliminación irresponsable de los desechos de químicos tóxicos utilizados en el procesamiento. Durante cada uno de los pasos para producir cocaína o pasta base, se utiliza una gran cantidad de químicos que posteriormente son arrojados como desechos en la zona circundante: ácido sulfúrico, kerosén, carbonato de sodio, ácido clorhídrico, amoniaco, acetona. Los narcos no se andan con delicadesas ambientales y todos esos químicos acaban en los ríos contaminando el agua que bebemos o los peces que luego se pescan y se comen en todo el país. Se estima que la producción de un kilo de base de coca requiere el uso de tres litros de ácido sulfúrico concentrado, 10 kilos de cal, 60 a 80 litros de kerosén, 200 gramos de permanganato de potasio y un litro de amoníaco concentrado. Estamos hablando de un kilo mientras que la producción de droga estimada en Bolivia anual es de 195 toneladas, es decir, 195.000 kilos.
Entonces, acabemos con la mayor de las mentiras: coca no es cocaína. Mentira.
Los productores de coca del Chapare son parte integral del negocio del narcotráfico, admitámoslo de una vez. El 99% de la coca que producen en Cochabamba se destina a producir cocaína, entonces ¿por qué pretendemos sacar a los cocaleros de El Chapare de la cadena del narcotrafico A nadie se le ocurre decir que los productores de soya no son parte de la cadena productiva del aceite de soya, o que los productores de cacao no son parte de la cadena del Toddy, entonces ¿por qué sacamos a los cocaleros de la cadena de la cocaína? Los productores de coca nos han convencido de eso y los bolivianos ingenuamente les hemos creido. Sería impensable decir que los productores de opio de Afganisthan no son parte de la cadena de la heroína, pero los bolivianos pretendemos creer y hacer creer que nuestros cocaleros no son culpables de nada. Al hacerlo, nos ponemos en ridículo ante el mundo, porque el 99% de los cocaleros se dedican al negocio del narcotráfico y son una parte fundamental de esta industria: son los productores de la materia prima.
Los cocaleros tienen tanta culpa y son tan indispensables para el narcotráfico como lo son los dueños de los laboratorios de cocaína o los narcos que venden el polvo maldito en las puertas de las escuelas de Miami, de Moscú, Sao Paulo o Santa Cruz. Todos son culpables. Lo es también el gobierno que les cobija y les da amparo. El Presidente y tambien sus ministros, viceministros, etc.
n.loayza123@hotmail.com
Los bolivianos estamos siendo engañados con propaganda sobre que la cacaina es mala mientras la hoja de coca sí es buena y es una parte muy importante de nuestra cultura. Es mentira: la cocaína es mala y la coca lo es también.
La hoja de coca es nociva para la salud. La hoja de coca es un coctel tóxico de 14 alcaloides que engañan al cerebro, deteriorar la dentadura y como es un estimulante hace creer a los consumidores que no tienen ni hambre ni cansancio cuando si tienen las dos cosas.
Está medicamente probado que el acullico produce adicción y que el uso crónico de la hoja mascada de coca se asocia con cuadros de apatía, depresión, trastornos de la conducta y alteraciones cognitivas. Además, el uso de legía en el pijcheo daña la dentadura
Por ello, es necesario que los bolivianos no nos sigamos engañando: Los bolivianos viviríamos mejor sin coca y con una alimentación equilibrada con suficientes proteínas y vitaminas. Como el Estado boliviano no puede garantizarnos alimentación nos da coca y pretende engañarnos diciéndonos que todo está bien, que la hoja es curativa y alimenticia. No es verdad. Ojala que en lugar de ser presidente de las seis federaciones de productores de coca Evo Morales fuese presidente de las federaciones de productores de carne de res, o de criadores de pollo, o de productores de fruta y verduras. Mucho mejor le iría a Bolivia y a los pobres de Bolivia.
La hoja de coca tampoco es el centro de nuestra cultura. Eso es mentira. Quizás para muchos bolivianos mascar coca sea una tradición, como para muchos otros lo es emborracharse los fines de semana o golpear a sus esposas; pero eso no es nada cultural. Una adicción no puede ser cultura y algo que se usa para enmascarar el hambre, tampoco. La cultura boliviana es Gilberto, Rojas, el carnaval de Oruro, los Kjarkas, Gladys Moreno, los Loukass, Yolanda Bedregal, Pedro Shimoshe o Jaime Saenz y ni los cocaleros ni los narcotraficantes pichicateros han aportado nunca nada para nuestra cultura nacional y el que sostenga lo contrario, miente.
No es verdad que la coca sea una hoja milenaria. Esta probado que los incas no permitían que el pueblo acullicase, porque sabían que era nocivo. La práctica del consumo de la coca tenía fines rituales y entre la élite inca y no se acullicaba constantemente, de hecho el consumo masivo sólo llegó con la colonización de los españoles, que querían adormilar al pueblo y dominarlo para que trabajase más horas en las minas sin tener casi necesidad de comer. Acullicaban y se morían de hambre y cansancio en las mitas ¿Podemos estar de acuerdo con eso? Tener a nuestro pueblo sometido ¿es una práctica cultural milenaria? Mentira.
Otra falsedad es la industrialización de la hoja de coca. La hoja de coca sólo se industrializa intensivamente para fabricar cocaína. No sirve para nada más y eso lo sabe todo el mundo. Todos los esfuerzos por industrializar la hoja han fracasado: la goma de mascar de coca, la pasta de dientes de coca, el licor, los caramelos, el jarabe, la sopa, todos esos productos han sido un gran fracaso. Si los bolivianos no toleramos la pasta de diente de coca ¿cómo queremos convencerle a un sueco o a un chino que la consuma? Es mentira, la industrialización es una tapadera para el narcotráfico.
La hoja de coca y los cocaleros son depredadores del medio ambiente. Basta con ver lo que sucede en el TIPNIS: los cocaleros quieren ampliar su frontera agrícola para satisfacer el apetito insaciable del narcotráfico. Esa es la única verdad. El cultivo de la coca acaba con los suelos y provoca desforestación. Según los estudios existentes, la expansión del cultivo, la producción y el tráfico de coca en Perú, Bolivia y Colombia ha causado la destrucción de por lo menos 2,4 millones de hectáreas de bosque tropical en la región andina en los últimos 20 años. En Bolivia, el despeje por medio de la tala y quema para nuevos cultivos de coca tuvo como resultado la destrucción de casi 40.000 hectáreas de bosque en la región del Chapare sólo desde la mitad de la década del ochenta hasta el final de los años noventa.
La deforestación causada por el cultivo de narcóticos en las cuencas montañosas aumenta la gravedad de inundaciones y sequías Igual de grave o peor: el proceso de transformación de las hojas de coca a cocaína genera un gran daño ambiental como resultado de la eliminación irresponsable de los desechos de químicos tóxicos utilizados en el procesamiento. Durante cada uno de los pasos para producir cocaína o pasta base, se utiliza una gran cantidad de químicos que posteriormente son arrojados como desechos en la zona circundante: ácido sulfúrico, kerosén, carbonato de sodio, ácido clorhídrico, amoniaco, acetona. Los narcos no se andan con delicadesas ambientales y todos esos químicos acaban en los ríos contaminando el agua que bebemos o los peces que luego se pescan y se comen en todo el país. Se estima que la producción de un kilo de base de coca requiere el uso de tres litros de ácido sulfúrico concentrado, 10 kilos de cal, 60 a 80 litros de kerosén, 200 gramos de permanganato de potasio y un litro de amoníaco concentrado. Estamos hablando de un kilo mientras que la producción de droga estimada en Bolivia anual es de 195 toneladas, es decir, 195.000 kilos.
Entonces, acabemos con la mayor de las mentiras: coca no es cocaína. Mentira.
Los productores de coca del Chapare son parte integral del negocio del narcotráfico, admitámoslo de una vez. El 99% de la coca que producen en Cochabamba se destina a producir cocaína, entonces ¿por qué pretendemos sacar a los cocaleros de El Chapare de la cadena del narcotrafico A nadie se le ocurre decir que los productores de soya no son parte de la cadena productiva del aceite de soya, o que los productores de cacao no son parte de la cadena del Toddy, entonces ¿por qué sacamos a los cocaleros de la cadena de la cocaína? Los productores de coca nos han convencido de eso y los bolivianos ingenuamente les hemos creido. Sería impensable decir que los productores de opio de Afganisthan no son parte de la cadena de la heroína, pero los bolivianos pretendemos creer y hacer creer que nuestros cocaleros no son culpables de nada. Al hacerlo, nos ponemos en ridículo ante el mundo, porque el 99% de los cocaleros se dedican al negocio del narcotráfico y son una parte fundamental de esta industria: son los productores de la materia prima.
Los cocaleros tienen tanta culpa y son tan indispensables para el narcotráfico como lo son los dueños de los laboratorios de cocaína o los narcos que venden el polvo maldito en las puertas de las escuelas de Miami, de Moscú, Sao Paulo o Santa Cruz. Todos son culpables. Lo es también el gobierno que les cobija y les da amparo. El Presidente y tambien sus ministros, viceministros, etc.