"La Convención nació en marzo de 1961 en Nueva York y es uno de los documentos básicos que regulan el régimen jurídico internacional de control de estupefacientes, psicotrópicos y sus precursores", explicó el representante de Presidencia rusa para la lucha contra el crimen organizado internacional, Alexandr Zmeyevski.
El acuerdo fue enmendado en 1972 para permitir a los países firmantes, entre ellos Bolivia, continuar durante otros 25 años con el cultivo de la hoja de coca para su masticado.
Bolivia se acogió a esta cláusula, que también exigía la prohibición del masticado de coca expirados los 25 años en 2001, pero la incumplió una vez terminado el plazo.
La Paz denunció la Convención en 2011 aunque volvió a sumarse al tratado el pasado 10 de febrero con una excepción que le permite el masticado y el uso medicinal de la hoja de la coca, planta que también se usa para producir cocaína, que se aplica sólo en su territorio.
Rusia, no obstante, considera que esta salvedad entra en contradicción con el objetivo de la Convención, al considerar que abre las puertas al incremento del tráfico de la cocaína.
"Hay que prestar mucha atención a este problema, toda vez que también afecta a ciudadanos rusos", dijo Zmeyevski en alusión al crecimiento del turismo ruso a países de América Latina.
El masticado de la hoja de coca, también conocido como "acullico", es una arraigada costumbre de los indígenas andinos que está recogida en la Constitución de país como patrimonio cultural.
Bolivia es el tercer productor mundial de hoja de coca y cocaína, tras Colombia y Perú, y el mayor proveedor para el Cono Sur, según la ONU.
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