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miércoles, 15 de agosto de 2012

OPINION considera que el debate sobre la legalización de la marihuana está abierto e invita a pronunciarse a todos los actores, incluyendo centros educativos y que sea profundo, serio y cuidadoso


Complejidad.

La prohibición de las drogas ha fracasado, según la Comisión Global de Políticas de Droga. La posibilidad de legalizar la marihuana plantea un tema que debe ser considerado en toda su magnitud y complejidad.

La ministra de Comunicación, Amanda Dávila, negó que el Gobierno cuente con algún proyecto para legalizar la marihuana, pero puso en la agenda mediática un tema que merece amplio debate.

La Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (Felcn) confiscó 389 toneladas de marihuana hasta julio de este año, cifra que supera todo lo decomisado en 2011. Según Defensa Social, el 1,4 por ciento de la población boliviana, entre 12 y 65 años, alguna vez consumió marihuana.

En el consumo de drogas hay que considerar aspectos culturales, sociales, económicos y políticos, entre otros.

Se necesita conocer porqué las personas consumen cannabis, pese a la prohibición. Si los factores culturales son determinantes o se trata de un problema individual o familiar. O quizás el consumo de drogas tenga que ver más con la moda, la influencia de los amigos y el contexto social y económico. 

Quiénes propugnan la legalización de la marihuana plantean que se debe reemplazar la criminalización y el castigo de las personas que usan drogas por la oferta de servicios de salud y tratamiento. Por ejemplo, Uruguay analiza un proyecto de ley para que el Estado sea productor y vendedor de marihuana, con el fin de disminuir el avance de la delincuencia y arrebatar el negocio al narcotráfico.En Chile se planteó un proyecto de ley para legalizar el consumo personal y terapéutico de cannabis, pero de inmediato el presidente Sebastián Piñera dijo que “la droga es muerte” y que roba la libertad para actuar como seres humanos, en forma libre y responsable.

El negocio de las drogas en el mundo es millonario. La prohibición, así como la falta de regulación aumenta las ganancias de los cárteles.

Para los estados, la interdicción tiene elevados costos, cuando esos recursos podrían ser invertidos en programas de educación y salud.

Hace poco más de un año, la Comisión Global de Políticas de Drogas, integrada por expresidentes y personalidades como Mario Vargas Llosa, propuso alentar a los gobiernos para que experimenten con modelos de regulación legal de las drogas, a fin de socavar el poder del crimen organizado y salvaguardar la salud y la seguridad de sus ciudadanos. 

Por ahora, la propuesta de legalización de la marihuana en América Latina es incipiente. El Parlamento argentino recibió un proyecto para despenalizar la tenencia de drogas para consumo privado. En Venezuela una norma prohíbe la tenencia de cualquier tipo y cantidad de droga, aunque contempla la posibilidad del consumo personal. En Colombia está prohibido el porte y consumo de drogas superior a la dosis mínima (máximo 1 gramo de cocaína y 20 gramos de marihuana). En Perú la posesión de marihuana es castigada con una pena de cárcel menor (entre dos y ocho años) en caso de no superar los 200 gramos y el consumo de cantidades mínimas no tiene sanción. 

Mientras los países deliberan, el sistema de fiscalización de drogas de Naciones Unidas actúa como un “chaleco de fuerza”, limitando la apropiada revisión y modernización de políticas. Ejemplo de ello es la Convención de Viena sobre Estupefacientes que cataloga a la coca en su estado natural como “droga” y, a pesar de las acciones impulsadas por Bolivia, hasta ahora ha sido imposible que cambie esa posición.

El debate sobre la legalización de la marihuana está abierto y ha de ser importante que sobre ello se pronuncien todos los actores. No basta que la deliberación sea en la Asamblea Legislativa y en las organizaciones sociales. El tema tiene que ser analizado también en los centros educativos, puesto que los estudiantes son los más vulnerables a probar la marihuana. 

Se trata del ser humano por lo que el debate debe ser lo más profundo, serio y cuidadoso.

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