Con el crecimiento exponencial de la producción de cocaína que se ha registrado en el país en los últimos cinco años, no se podía esperar menos del aumento de los consumidores de droga. El más reciente estudio realizado por el Centro Latinoamericano de Investigación Científica (Celin) muestra que desde el 2005, creció en casi en 20 mil el número de adictos a la cocaína en Bolivia.
El informe, presentado el pasado 3 de agosto, refleja que la tasa de “incidencia” del uso de cocaína en Bolivia era de 78 por cada cien mil habitantes el 2005, mientras que las cifras actuales hablan de 145 consumidores por cada cien mil habitantes, más del doble. El dato anterior muestra el número de casos nuevos de consumidores que se iniciaron en un período, por cada cien mil habitantes, mientras que la “prevalencia”, es decir, la frecuencia o la magnitud del consumo, ha subido de 43 mil a 63 mil por cada cien mil habitantes.
Este pico de consumidores del último lustro no es de la magnitud que el registrado entre 1992 y 1996, cuando prácticamente se multiplicó por seis el número de adictos a la cocaína, pero es superior al otro período de “auge” de la drogadicción, entre 1996 y 1998. A partir del año 2000, el uso de la cocaína había marcado un descenso, fenómeno que se ha revertido en los años recientes.
La mayoría de los adictos a la cocaína son varones en Bolivia, pero de acuerdo a los datos del Celin, es preocupante el aumento de mujeres que se sumergen en la drogadicción.
El despegue del consumo de cocaína no se ha dado sólo en Bolivia. Según recientes estadísticas, Argentina posee en la actualidad más de 600 mil adictos a esta droga, una enormidad en relación a los 900 mil consumidores que hay en Brasil, un país con el triple de población. Ambos países representan el principal mercado para la droga boliviana y resulta obvio que el aumento de la drogadicción en aquellas naciones es en gran parte el resultado de lo que está ocurriendo de este lado de las fronteras. Argentina ha pasado a registrar tasas de drogadicción similares a las de Estados Unidos, hecho que preocupa a las autoridades, que han comenzado a exigir más controles en los límites fronterizos con Bolivia.
De acuerdo a la ONU, en Argentina, el 2,6 por ciento de la población comprendida entre los 15 y los 64 años es consumidora de cocaína. En Chile, otro país que ha estado manifestando quejas por la avalancha de droga que pasa desde Bolivia, esta cifra es del 2,4 por ciento, muy por encima de los registros de Uruguay, Brasil y Venezuela y otros países de la región.
Si el dato sobre el aumento de la drogadicción en Bolivia era de esperar debido al auge de la producción de droga, entonces debemos prepararnos para un crecimiento del índice de criminalidad y violencia en el país, ya que está demostrado que más de la mitad de los robos y asaltos suelen ser perpetrados por toxicómanos. A este doloroso costo social, que surge de la tolerancia con el narcotráfico, hay que sumarle también la violencia callejera, la disputa entre grupos de mafiosos, el deterioro de la calidad de vida en los barrios por la presencia de vendedores de droga, el miedo y decenas de miles de vidas destruidas por culpa de la maldita droga.
En los últimos cinco años, creció en casi 20 mil el número de adictos a la cocaína en Bolivia. Es fruto del auge del narcotráfico.
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