Coca y narcotráfico
Marcelo Rivero
El Gobierno, como se sabe, se distrajo en los diálogos que entabló con los prefectos opositores que en principio eran seis y luego siete, pero el intervencionismo masista con mañas y fuerza y atropellando la democracia cambió a tres (los nuevos ya le son dóciles) y pretende hacer lo mismo con los cuatro que quedan. Mientras tanto sus bases cercan asambleas, congresos, pueblos y ciudades -un asunto que no es de ahora sino que empezó antes de tomar el poder-, y amplían sus cultivos de coca, materia prima sin la cual las posibilidades de fabricar cocaína son nulas. Llegaron a producir la ‘hoja sagrada’ en la reserva forestal de Choré, en el parque natural Amboró y en Yapacaní, todo en territorio cruceño que nunca había tenido ni una planta del arbusto. Si eso ocurría -y ocurre- en estas llanuras, fácil imaginar lo que pasa en Yungas y Chapare, lugares de donde a veces se informa que erradicaron unos cientos de hectáreas de cocales excedentes pero se esconde que más allá plantaron el doble, de ahí que dicha erradicación lleva como 20 años y jamás termina.Por eso los narcotraficantes están frotándose las manos, más aún con la expulsión de la DEA estadounidense y la consiguiente reducción del aporte del país del norte, tanto en dinero como en medios técnicos, hasta llegar a cero a fin de año. Tienen coca abundante a corta distancia, el control de los gringos ha desaparecido y ellos se pasean campantes por los pueblos cercanos a los cocales y a sus factorías. Se sabe, por ejemplo, que en esos pueblos van y vienen los vehículos lujosos -por poco no es mal mirado el que maneja un cacharro-, prosperan los karaokes y otros centros de diversión, las licorerías, los restaurantes, etc.No hay que extrañarse entonces de que el tráfico de cocaína sea intenso y de que casi no pase un día sin conocerse de operativos de la Felcn en los que caen narcos -’mulas’, algún vinculado al partido gobernante y uno que otro pez gordo-, decomisando 5, 30 y100 kilos de la ‘blanca’, y sabrá Dios qué cantidades burlan los controles para llegar a los grandes mercados donde el cargamento vale decenas de millones de dólares. Por esos millones son las grescas entre los mafiosos, los desacuerdos en cuestión de precios y reparto de ‘dividendos’, originándose ajustes de cuentas en los que las muertes son la consecuencia.Como ocurrió a mediados de año, no tardarán en hacer sus observaciones los organismos internacionales, tal el caso de la ONU que en ese entonces dio a conocer su preocupación porque había constatado un crecimiento de los cocales en Bolivia. Es una de las tantas malas imágenes que deja la nación ante el mundo, el narcotráfico, que tiene otra repercusión funesta: desalienta las inversiones y la llegada de millares de personas que quieren hacer turismo ecológico. ¡Qué importa, primero la hoja sagrada, Bolivia cambia! ¡Para empeorar!
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