No nos atrevemos a afirmar que el narcotráfico, en el tiempo actual y aquí, en nuestro país, si no de manga ancha, está disfrutando de casos de remisión. Pero las circunstancias reiteradas obligan a suponer que son manifiestos y hasta crónicos los desajustes en los organismos de control y represión de la elaboración y comercio de drogas heroicas, tanto en la parte humana como de mecánica operativa. Sólo así, atribuyendo a los desajustes humanos y materiales de los mecanismos de control y represión del narcotráfico, se puede explicar en parte el ominoso auge del criminal negocio.
En apariencia, no hay instancias ni públicas ni privadas que lo fomenten. Pero, -nunca falta un impertinente pero-, tampoco se cuenta con fiables instrumentos de represión o al menos de control. Así nos vemos envueltos en el estigmatizante mundillo del narcotráfico.Basta sólo una parte de las notas que trascienden a través de la prensa, sobre narcotráfico, para hacernos una idea tremenda de lo que es el problema.
Más de media tonelada de cocaína fue incautada por la fuerza antidrogas en San Ignacio de Velasco, con un precio estimado de 2,2 millones de dólares. La droga estaba siendo transportada hábilmente disimulada en un camión rumbo a la frontera con Brasil. Y el conductor del vehículo era, ni más ni menos, un recluso condenado a ocho años de cárcel, precisamente por narcotráfico y que, por lo tanto, tendría que estar en la cárcel purgando su pena.Dando un salto para apuntar las cosas en grande solamente, nos vamos a remitir al recientemente pasado fin de semana cuando en nuevo operativo, refriega a balazos de por medio con saldo de heridos, se inacutó en Guarayos más de doscientos kilos de estupefacientes y además una avioneta y motorizados menores.
El balance resulta francamente espectacular. En menos de un año fueron incautadas casi veinticinco toneladas de drogas que, cuantificadas en dólares alcanza volúmenes fabulosos que están muy lejos de guardar relación con nuestras angustiosas y viejas pobrezas individuales y colectivas.En ninguna exageración se incurre pues al afirmar que el narcotráfico está alcanzando su pleno apogeo en nuestro país, en este tiempo, justo cuando ya sea por lo bueno o por lo malo que mostramos, los ojos del mundo un poco están clavados en nosotros, los bolivianos, tanto de frente como de perfil y hasta de espaldas.
Y por simple deducción, no es disparatado desde ningún punto de vista pensar a la vez que el auge del narcotráfico es contingencia casi obligada de la ampliación de los cultivos de coca, que es la materia prima de los alcaloides. Evidencias de cultivos se hallan en parques y reservas forestales, incluso de Santa Cruz, que tienen finalidades muy específicas relativas a la conservación del medio ambiente. En suma, el auge del narcotráfico gana terreno y no funcionan como debieran los medios humanos y mecánicos de control o de represión definitiva.
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