¿Contra los cocaleros? ¡NO!


Iván Arias Durán



En base a textos de la biblioteca www.cervantesvirtual.com y otros documentos queda claro que en tiempos del incario la hoja de coca tenía fines rituales y no estaba permitida para todos sino solo para las castas del imperio. Con la derrota de los Incas, los conquistadores generalizaron el empleo de la coca entre los indios, pues, los españoles, que en un principio despreciaban su consumo, comprobaron que la coca, por sus propiedades anestésicas y sus efectos estimulantes, les permitía a los indios trabajar varios días sin comer ni beber en las minas explotados por los españoles. Así, el comercio sistemático de la coca cobro un auge sin paragón. Sin la hoja de coca habría sido literalmente imposible que los mitayos pudiesen soportar el trabajo y el encierro de días seguidos en el interior del cerro. Era el bálsamo que les ayudaba a olvidar el hambre y la sed, adormecer sus sentidos y perder la noción del tiempo. Así, la coca pasó a ser el mayor instrumento de dominación y explotación contra el indio.

Pedro Francisco de Arizmendi, partidario de la supresión de la mita, con relación a las paupérrimas condiciones de vida de los mitayos de Potosí decía: «Son los desventurados que labran nuestras fortunas, los pobres que nos hacen ricos, los infelices que nos vuelven dichosos y que con el vigor de tan recomendables títulos están en el derecho de exigir nuestro reconocimiento y gratitud». En La Colonia un rol fundamental la tenían los curacas o caciques (apelativo que los españoles trajeron de México y el Caribe), pues eran los intermediarios del poder entre los españoles y los indios.

Estaban encargados de recaudar los tributos y diezmos (de los que ellos mismos eran eximidos), llevar el control demográfico de las provincias sometidas a la mita, denunciar los casos de «idolatrías» y supersticiones y en general hacer de voceros de los intereses de las comunidades que tenían a su cargo, función esta última que cumplieron apenas, pues por lo general se identificaron con la administración española, imitando incluso la vestimenta peninsular y los malos hábitos de rapiña, si no los tenían ya. Matienzo decía sobre ellos: «Su oficio es holgar y beber y contar y repartir, que son muy diestros en esto, más que ningún español… ni ellos labran heredades ni se alquilan para trabajar, antes se mantienen del tributo que les dan los indios de su ayllu. Suelen tener cinco o seis mancebas o mujeres y que esto, añadido a los robos que hacen a los indios, los tiene siempre en pecado mortal. La tiranía es notoria, porque, después que los caciques se libraron de la opresión de los Incas, aprendiendo cada uno se ha hecho otro Guayna Cápac, o poco menos”.
Han pasado 525 años de la conquista española y la coca, ya no solo como hoja sino también como clorhidrato, sigue jugando un rol preponderante en nuestra sociedad y economía. Sería totalmente erróneo no entender que el poblamiento del Chapare es producto de una migración de gente pobre que huía de sus campos deprimidos y secos del altiplano en busca de nuevas oportunidades. Y encontró, especialmente entre finales de los setenta y principios de los ochenta, en el círculo coca-cocaína una de las alternativas para salir de la pobreza denigrante. El narco-gobierno de García Meza fue el más grande impulsor de la economía coca-cocaína en el trópico cochabambino y Bolivia en general.
Desde que recuperamos la democracia (1982-2005) y nos liberamos del lastre de narco-estado, fue una asignatura de todos los gobiernos cómo rescatar a los colonizadores del Chapare del círculo perverso coca-cocaína que lleva a la criminalidad. Ya con violencia o ya con desarrollo alternativo se intentó y se fracasó. El MAS hizo de la región su núcleo de poder local hasta conquistar al país como los nuevos liberadores de los cocaleros y de la patria. Somos los nuevos Tupac Katari, decían.

El país fue ganado a la propuesta emancipadora del MAS. Pero ya han pasado once años (2006-2017) y comprobamos que su principal caudillo, cual Rey Felipe IV de España, y sus líderes de las siete federaciones, cual caciques de La Colonia, han sumergido más y más al campesino del trópico en el círculo coca-cocaína. En vez de liberarlos los han convertido en mitayos del narcotráfico y del poder masista. Después de once años, vemos que los jerarcas del MAS, son como los cesares romanos que tenían sus tribus pretorianas dispuestas a morir por el Cesar a cambio de ciertas ventajas que no las hacia libres, pues, al final, solo ratificaban su condición de esclavos y sirvientes al poder ajeno.

En once años de gobierno y poder absoluto, habiendo manejado como nunca tantos millones de dólares, qué han hecho para sacar al cocalero del negocio de la droga?. Porque el MAS no convirtió al Chapare en el emporio de la industria, no de la de droga, sino del software o de la fruticultura? En el Chapare todos los colonos tienen sus tierras tituladas, pero ningún cocalero posee su título ni puede hacer con el nada. Los tienen los sindicatos y federaciones. Así, los cocaleros son los neo-mitayos de los neo-caciques sindicales federados que los tienen amarrados a sus designios. Los jerarcas masistas (Rey, Virrey, Curacas y caciques), con la aprobación de la narcótica ley de la coca, han ratificado ser los peores enemigos de los hombres y mujeres que los llevaron a poder porque han construido un Estado anti campesino y colonial.

Las inversiones en aeropuerto (donde no aterrizan ni las suchas), estadium (el Chapare no tiene siquiera un equipo en la Liga), en la Planta de Urea (que todos sabemos será un elefante blanco) o en la planta procesadora de la hoja de coca (que es un nido de búhos) son los espejitos españoles y pigricias para que el negocio coca-cocaína, bajo la lógica de la lucha compartida contra el narcotráfico, siga corrompiendo las bases cocaleras. Ahora, con esta narcótica ley, nos quieren poner a Bolivia contra los cocaleros y no es así. Es Bolivia, contra un gobierno anti campesino y colonial que convierte a los indios en su fuerza de trabajo y base de su poder. Bolivia está contra un Gobierno Virreinal que solo busca cómo mejorar el mitanaje en vez de la liberación de sus mandantes y de la patria. Los cocaleros y Bolivia, siguiendo la analogía retrógrada a la que nos han conducido, no necesitamos virreyes ni caciques, requerimos con urgencia un Fray Bartolomé que inicie nuestra liberación de la condición de servidumbre y humillación a la que nos han llevado.