Hace mucho tiempo mantengo la tesis de que en este país hay ‘rutas políticas del narcotráfico’; baso mi argumento en la constatación que se puede hacer de la facilidad de acceso de precursores imprescindibles para la fabricación de cocaína desde Perú y Chile al país; desde donde se internan muy fácilmente hasta Chapare pasando por todos los municipios controlados políticamente por el MAS. Paradójicamente, cada vez hay menos operativos que detengan el ingreso de precursores. Lo evidente es que cada vez que se encuentra un campamento o ‘laboratorio’ de cristalización de cocaína se constata que la proveniencia de los mismos está en Chile o Perú.
Hay una serie de más hechos evidentes: en Chapare se descubren cada vez menos laboratorios; se dice que están prohibidos y que el cumplimiento de la prohibición es controlado por la policía sindical. Hasta ahí no llega la Policía Nacional, como se constata de la lectura de reportes de prensa, referida a la violencia que se ejerce contra ellos; sin embargo, en las provincias cruceñas (otro departamento), a escasos kilómetros del espacio político más influyente del país, es decir de Chapare, se encuentran cientos de pozas de maceración y laboratorios diseminados desde el centro del país hasta la frontera con Brasil, donde generalmente va la droga producida en el país.
Pero, los caminos van y vienen y, así como hay una ruta de ingreso de precursores desde Chile, pasando por Oruro y Cochabamba, hasta llegar a Santa Cruz, hay otra ruta de salida de la droga terminada; explica el director de la Felcn en Oruro, Lisandro Patiño, en medios paceños (Radio Fides y Diario Página Siete). Patiño aseguró: “Las comunidades vinculadas al narcotráfico se ubican por lo general en la región fronteriza con Chile, a donde va la droga en un trayecto interno ya conocido por la Policía: Santa Cruz-Cochabamba-Oruro; de ahí a puertos chilenos rumbo a Europa o Asia”.
Las poblaciones de ‘la ruta’, donde el masismo aseguró su poder político, son Pisiga, Copacabanita, Ancaravi, Tambo Quemado, Llica, Turco, Paripampa, Berengela, Amachujo y Condorpuchio; la más peligrosa: la población de Qaqachaka, provincia Abaroa, en el sur del departamento de Oruro. El tema se complica y la impunidad también: “Narcos colombianos los impulsaron con tecnología de punta en su nuevo negocio: fábricas móviles de cocaína. Pero se sabe que peruanos y brasileños también los apoyan”, y podemos seguir… pero, un botón basta de muestra… los demás, a la camisa, decía Sandro, ‘El Gitano’.
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