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sábado, 25 de octubre de 2014

no es de extrañar que los grandes narcos de México, Colombia, Perú tengan losojos puestos en Bolivia, que por la débil acción del Estado, atropella la seguridad ciudadana y crean "santuarios como Amboró" con ingente producción de hoja de coca.

El Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Amboró es una de las áreas protegidas más extensas y ricas en biodiversidad de Bolivia.
Sus más de 636.000 hectáreas están llenas de especies animales y forestales únicas en el mundo. Hoy ese santuario está amenazado por la acción del narcotráfico, mientras que el Estado boliviano mira de costado. Un extenso reportaje realizado por la página web de EL DEBER, con el apoyo de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), reveló con lujo de detalles la invasión de cocales ilegales que van directamente a la producción de cocaína en fábricas clandestinas. El excelente trabajo periodístico muestra cómo los productores ilegales han traspasado todo límite, mientras las autoridades gubernamentales no hacen otra cosa más que reconocer su incapacidad para actuar frente a los clanes del narcotráfico que dominan la zona con total impunidad.

La provincia Ichilo, donde se encuentra el parque Amboró, ya fue declarada ‘zona roja’ por la presencia de verdaderos feudos del narcotráfico, pese a los operativos que realiza la Fuerza Especial de Lucha contra el Narcotráfico (Felcn). El problema de fondo, sin embargo, pasa por la flexibilización en los controles sobre la producción de hojas de coca. Como se sabe, las únicas zonas para el cultivo tradicional están en los Yungas de La Paz y una pequeña porción en el trópico de Cochabamba. 

Un informe que la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (Unodc) presentó en junio de 2014 da cuenta de que hasta el cierre de 2013 Bolivia tenía una superficie de 23.000 hectáreas de cultivos de coca repartidas en los departamentos de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz. De esa cantidad, el país solo necesita 14.000 hectáreas para el consumo. Es decir, hay un excedente de 9.000 hectáreas, oficialmente contabilizadas, cuya producción va directamente a la elaboración de cocaína. Pese a ser ilegal, la ONU registró 48 hectáreas en la provincia Ichilo de Santa Cruz, región en la que los cultivos de coca excedentaria han aumentado un 3%, en comparación con 2012. 

No debe extrañarnos entonces que los clanes del narcotráfico, vinculados a los cárteles de la droga de México, Colombia y Perú hayan puesto a Bolivia como uno de los puntos clave de este negocio ilícito que se ha transformado en un flagelo mundial. Por la débil acción del Estado, el narcotráfico está atropellando no solo la seguridad ciudadana, sino también estos santuarios que, como el parque Amboró, apuntan a proteger la naturaleza y sus especies endémicas

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