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domingo, 21 de octubre de 2012

si lo que afirma Carlos es cierto, que no lo dudo, 100 mil jóvenes en Santa Cruz estarían consumiendo marihuana diariamente. padres de familia, educadores, religiosos, policías tienen que ponerse de pie, "despertar cambas" y exigir por todos los medios la drástica reducción de cocales y otras medidas. un teóretico "control mecanizado" es insuficiente. ciertamente que las cifras provocan alarma


Alarma. 100 mil consumen marihuana en SC

Hace ya un tiempo, en mi programa radial Como somos, denuncié y advertí que las colosales unidades educativas municipales corrían el riesgo de convertirse en espacios de nadie, dando lugar a las pandillas para que se disputen el control del microtráfico de drogas y de armas, porque nunca se preocuparon de analizar las condiciones socioeconómicas de los alumnos ni la conveniencia o inconveniencia de ‘juntar’ hasta cuatro planteles educativos en uno solo, por citar las dos más importantes. Las argumentaciones fueron muchas y no veo sentido repetirlas, sobre todo porque ahora se constata que se tenía base sólida. No fui escuchado porque en el municipio tienen la costumbre de creer que toda preocupación o análisis que se hace en torno a la problemática de la ciudad es por molestar a los ‘hacedores de obras’.
Escucho decir y leo que “las obras valen más que 1.000 palabras”. Me da pena la ciudad, porque me queda cada vez más clara la idea que lo que se quiere en la Alcaldía es poner cemento en todos lados sin preocuparse por el ser humano. Cuando se cuestiona con este argumento, escucho decir que “se construye para las personas” y me pregunto si las escuelas se construyeron para facilitar el trabajo a los narcos, que ahora tienen 1.600 niños (una sola unidad educativa alberga hasta ese número de estudiantes) y jóvenes como mercado potencial, donde antes solo encontraban 400. Estoy seguro de que no era esa la intención, pero también estoy convencido de que no pensaron en esa posibilidad; más bien, no pensaron en nada y eso es lo que debería preocuparnos. Estamos dejando de lado el desarrollo integral; no nos estamos preocupando por la educación (más allá de la escuela) ni por generar o mantener valores de convivencia social.
Por otra parte, el día 15 del mes que corre, el representante de NNUU contra las Drogas y el Delito en Bolivia, César Guedes, expresó su preocupación por la “enquistada actividad ilícita de producción de droga en Yapacaní y San Germán, en el departamento de Santa Cruz”; desde Sin letra chica no nos sorprendimos, porque sabemos que no dijo nada nuevo, dado que nosotros entrevistamos a un morador de San Germán dedicado a la fabricación de cocaína, en calidad de empleado de quienes financian la fabricación del estupefaciente (se fabrica para financiadores en esa zona). De esa investigación pudimos constatar que la fabricación y el tráfico de drogas es parte de la vida de ese pueblo, vecino de Chapare, en lo que hemos denominado la ‘ruta política del narcotráfico’, porque desde las fronteras con Chile y Perú, pasando por Chapare y hasta los dominios de la Ademaf, en la frontera con Brasil, todos esos municipios responden políticamente al MAS y son, curiosamente, los municipios en los que más se nota ‘la prosperidad’ de sus habitantes.
Constatados los dos hechos: el consumo de droga entre los estudiantes capitalinos (de acuerdo al Celin, 100.000 jóvenes cruceños, entre los 13 y 24 años, fuman marihuana, por citar una de ellas); y la fabricación de droga en Santa Cruz. No podemos quedarnos con los brazos cruzados y tenemos que exigir al Gobierno nacional que reduzca la fabricación de cocaína y que corte el circuito de la ruta de la cocaína (claramente demostrable), y a las autoridades locales, Gobernación y Alcaldía, que trabajen en la prevención del consumo de estupefacientes entre la población joven.
No podemos seguir con las barbaridades que se están haciendo desde el municipio, cuando se decide llenar colegios y escuelas con gendarmes municipales y cuando, sin ninguna planificación y criterio científico, se decide ‘comprar’ cámaras de video para colocar en una escuela que recién se entrega; claro, “esa obra vale más que 1000 palabras”, pero la realidad es que pueden llenar de cámaras los colegios y con eso no van a solucionar absolutamente nada, porque eso es intentar ‘comprar seguridad’, cuando lo evidente es que el no consumo de drogas no se soluciona con tecnología sino que se lo trabaja desde la educación y la prevención. Las cámaras no van a hacer que los jóvenes y niños no estén expuestos; a lo mejor van a complicar un poquito la tarea a los narcos, pero ese es su trabajo y van a insistir. Mientras tanto, los niños y jóvenes van a seguir en riesgo.
Como decía Julián: ¿oí camba, estás dormido?





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