De cara a la realidad
Del Cristo de la Concordia al Poseidón de Suecia. M.Asoroff |
Mauricio Aira
Los Tiempos
destaca que tanto Estados Unidos como las Naciones Unidas en el informe
presentado ante los medios en relación con la problemática del tema
narcotráfico existen coincidencias notables la primera en la positiva reducción
de las plantaciones de coca. Sin embargo este primer paso resulta insuficiente
ante el cúmulo de problemas que afloran de ambos documentos y reclama con toda energía
ingresar al debate de cómo enfrentar el problema y obtener logros efectivos.
El delegado
de la ONU Sr. Guedes ha dejado ver que en parques como el Isiboro Sécure las
plantaciones superan las dos mil hectáreas, un exceso intolerable, donde el Gobierno
tiene la ocasión propicia de aniquilarlas como demostración de su voluntad de
hacer cumplir la Ley que considera ilegales tales sembradíos. En cuanto al tema
“desertificación” bien puede el coloso del Norte, asumir el examen periódico del
comportamiento de los países signatarios de la Convención de Viena y que son
beneficiarios de los subsidios que en armas, tecnología, información y en
recursos les asigna bajo convenios específicos,
entonces ¿porqué cuestionar que les ponga un puntaje país por país?
Los medios
son críticos siempre con el narcotráfico y ello es un mérito de la Sociedad
Boliviana, que tiene dos escenarios. El primero “el estímulo a las plantaciones”.
Todavía está sin aclarar que el famoso “cato de coca” es una opción o una
obligación. De visita al Chapare tuve ocasión de comprobar, por ej., que
ciertos grupos religiosos católicos y protestantes “casi están obligados a
sembrar el cato” y que muchas veces surgen observaciones de los sindicatos, de
las centrales y de las federaciones, cuando comprueban que sus afiliados “no
están sembrando el cato”, no resulta extraño por tanto la denuncia de “manipulación
de los catos” o sea que los más avispados “les compren a los más” su derecho al
cato. O sea, se está mercantilizando, un poco al estilo de “los cupos
alimenticios de tiempos del MNR” el beneficio del cato. Tema para el debate, en
que escasea una información confiable y concreta.
El otro
escenario es la represión. Es frecuente la información de haberse descubierto
factorías de cocaína aquí y allí y de habérselas destruido y decomisado
tierras, casas, vehículos, etc., pero hay ausencia de noticia sobre identidad, número
y circunstancia de las detenciones. Los detenidos son gente humilde, porteros,
guardianes, choferes, cocineros mientras que los culpables “han huido cuando se
ejecutaba la operación”, noticias que dejan sabor a poco. La ley 1008 vigente
para frenar el delito autoriza la publicación de la identidad de los
aprehendidos, aspecto que se ha venido ignorando los últimos tiempos. La actuación
de la policía especializada se ve truncada al no acompañar ni jueces ni
fiscales el carácter compulsivo de la norma que supone el pronto proceso y la
condena de los encausados. Muchas veces son puestos en libertad y sólo unos pocos
terminan en la cárcel “los peces gordos están libres y generalmente fuera del país”.
Queda en el
tintero el caso Sanabria, un general de carabineros pillado infraganti y
detenido con ayuda de Chile y EEUU, y condenado a 18 años en Florida. El oficial
no actuó sólo, algunos de sus cómplices son reos sin sentencia en cárceles
bolivianas. El narcotráfico se ha dado mañas para oscurecer las circunstancias
y la información está restringida actualmente.
El responsable
del informe que reconoció la gran ayuda de los EEUU en su elaboración y la del
Reino de Dinamarca en el financiamiento de la tarea, ha reconocido falencias y
culpado a la burocracia boliviana de la demora en emitir el mismo con tres
meses de retraso y expresado la esperanza de que el informe próximo no tenga
tantas trabas y que se complete la información faltante de parte del Gobierno
boliviano.
El cronista
critico desde hace 40 años en materia de narcotráfico aplaude que también el
Gobierno de Evo Morales hubiese reconocido al menos dos aspectos del informe de
la ONU, que el 91% de la coca del Chapare se convierte en cocaína y que más del
40% de la droga producida en Bolivia tiene como destinatarios a los brasileños
que la reparten en las favelas de sus grandes ciudades.
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