La posibilidad de legalizar el uso y tenencia de las drogas es un asunto que se viene discutiendo desde hace muchos años en diferentes espacios institucionales especializados como en círculos académicos de prestigio reconocido. La discusión parecería nunca terminar porque el tema es sin duda alguna complejo y encierra consideraciones y puntos de vista diversos. Por un lado están los argumentos, económicos, morales, éticos, médicos y aunque resulte llamativo consideraciones ideológicas como la expuesta a mediados de semana por un dirigente del Partido Comunista Marxista Leninista de Bolivia que aboga por la legalización de las drogas para “acabar con el negocio capitalista del narcotráfico”.
A propósito de las declaraciones del jefe del partido citado en medio de una cumbre política que fue convocada por el presidente del Estado Plurinacional, las mismas no dejaron de causar cierto estupor en medios políticos y en algunos sectores de la sociedad, como ocurre en muchos países del mundo cuando se habla sobre este delicado tópico.
Más allá de la importancia o no del partido político al que representa el dirigente que se animó a hablar de la legalización de drogas y de la carga ideológica como explicación de la propuesta, quienes en el mundo proponen legalizar las drogas señalan como objetivos, que la legalización es necesaria porque estamos frente a que las drogas se consumen y es necesario establecer un marco legal que las regule, y que además deberían ser descriminalizadas para recaudar impuestos y evitar la corrupción política y policial que la producción y tráfico de drogas tienen como efectos.
Las propuestas van desde una legalización regulada con restricciones de acuerdo a las diferentes drogas como ocurre por ejemplo con algunas medicinas hasta una legalización completa. Los defensores de estas posturas afirman que legalizar las drogas es la única solución para acabar con el narcotráfico y la violencia en América Latina, además se les quitaría el poder a las bandas de narcotraficantes hasta debilitarlas, lo que supondría disminuir el combate o interdicción.
Existen muchos argumentos que en esta polémica deberían ser tomados en cuenta por los dirigentes políticos que se animan a formular planteamientos como el expuesto por el dirigente marxista leninista, pues más allá de supuestos argumentos ideológicos, se deben tomar en cuenta aspectos que tienen que ver, como se ha dicho, con las políticas de prohibición que incentivan la violencia y llenan las prisiones en una guerra que aparentemente está siendo perdida como han reconocido importantes líderes mundiales.
En nuestro país, donde declaraciones políticas y el ejercicio de una coyuntura política que más se ocupa de lo superficial, hay que plantear la duda sobre si estamos preparados para un debate serio, que exponga ideas, que profundice el problema del narcotráfico en sus diferentes facetas y que esta misma discusión necesariamente parta de niveles académicos y científicos reconocidos.
Si los políticos pretenden hablar de este tema es necesario que lo hagan con estudios y planteamientos que respalden posiciones no sólo ideológicas, pues éstas en determinado momento por su inconsistencia pasan a formar parte del tradicional anecdotario político nacional, donde la gente los relega o los critica muchas veces pasando por alto que legalizar las drogas no es el uso irresponsable de las mismas.