Algunas decisiones políticas del Gobierno Plurinacional se me hacen difíciles de comprender. Y no es porque estén escritas en algún lenguaje descolonizador que desconozco, sino porque no logro adivinar qué escuela filosófica inspira la estructura lógica del oficialismo.
Lo cierto que sus contradicciones son tantas y tan frecuentes que es imposible juzgarlas bajo la visión clara y ordenada del principio de no contradicción que es esencial en la lógica aristotélica. Este Gobierno se está contradiciendo a sí mismo con demasiada frecuencia. Veamos.
1. El idealizado tema de la nacionalización de los hidrocarburos debía hacer de Bolivia el primer exportador de gas. Pero, el negocio se rebajó a un arreglo sobre impuestos y sus efectos fueron la inseguridad jurídica que frenó las inversiones. Por si se había olvidado, uno de los últimos personajes que nos lo recordó fue el ministro británico de Estado para América Latina, Jeremy Browne, durante su visita a Bolivia la semana pasada, cuando manifestó el interés de su país en invertir en Bolivia, mencionó la condición la seguridad jurídica.
2. Más tarde el Gobierno nos sorprendió con el gasolinazo. A decir verdad, era y sigue siendo necesario cortar o disminuir gradualmente la subvención del Gobierno a la gasolina. Pero, al cabo de dos días, el Gobierno se arrepentía - se contradecía - y derogaba el decreto gasolinero.
3. Cualquier mortal con dos dedos de frente se escandalizaría ante un Gobierno nacional que legislase contra su propio Estado. Pues esto es lo que hizo Don Evo al promulgar la Ley de Regularización y Saneamiento de Vehículos Indocumentados. Mientras el Servicio de Impuestos y la Aduana persiguen al contribuyente para sacarle hasta el último centavo, sobre todo si ese contribuyente es opositor, y aunque haya ocupado el alto puesto de canciller en un gabinete democrático, el Gobierno libera de un plumazo a decenas de miles de vehículos - muchos robados en los países vecinos - que ingresan a Bolivia de contrabando-oficializado. Más contradicciones.
4. Se derrochan esfuerzos diplomáticos para ir acercándose a la solución definitiva del problema marítimo con Chile y, de repente, el Sr. Presidente toma la ruta contraria y ordena trasladar el pleito a los tribunales de justicia internacional. Como era previsible, Chile repite con ira que los tratados deben cumplirse y que no cederá un átomo de soberanía. El Canciller chileno remachaba el domingo pasado que la “condición sine qua non” (literal) para que los bolivianos tengan un mejor acceso” al mar, es el cumplimiento de los tratados. (léase el de 1904).
5. El Gobierno dice que va a depurar la administración de la justicia en unas elecciones nacionales el próximo 6 de octubre. ¡Espléndido! Pero, en los colegios electorales no habrá observadores de otros grupos políticos que no sean los del MAS, ni habrá pizarras para que se vea cómo sube o baja el flujo de votos. Sobre todo, que nadie sepa cuántos votos nulos invalidan realmente la legitimidad de la elección.
6. El Gobierno repite su decisión de combatir el narcotráfico, pero anuncia una ley que ampliará de 18.000 a 20.000 las hectáreas de cultivo lícito de la coca, sabiendo que la coca excedente va directa al narcotráfico. Monumental contradicción.
Uno se pregunta dónde está la lógica del Gobierno.
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