Epizana, una historia de policías volteadores de droga y narcotraficantes
El caso de los horrendos asesinatos de policías en Epizana, el aciago 26 de febrero, provocaba demasiadas interrogantes, tenía muchos misterios e hilos sueltos. Hasta hoy. La investigación de este diario revela las motivaciones más íntimas, el origen, las causas que desencadenaron uno de los episodios más tristes de la historia criminal de Bolivia.
No fueron tres, sino cinco los policías - y un ex presidiario- que el 25 de febrero de este año, se dirigieron a Epizana en dos vehículos sin saber que al día siguiente tres de ellos estarían muertos. Iban con el fin de realizar un “volteo” de droga del que les notificaron horas antes vía telefónica. Un enfrentamiento con los ocupantes del vehículo donde iba la droga, derivó en una cruel muerte para tres efectivos; pero, los otros dos uniformados y el ex recluso, lograron escapar con el botín. OPINIÓN obtuvo esta información de tres fuentes extraoficiales que revelaron los pormenores de lo ocurrido en Epizana y confirmaron que la cruel golpiza, la tortura y el asesinato de los tres uniformados fueron alentados por varias personas involucradas en actividades del narcotráfico que ya estaban “cansadas” de que “esos policías” les quitaran la droga, que ni eran miembros de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (Felcn).Cinco policías y un delincuenteAquel fatídico 25 de febrero, seis personas se dirigieron a Epizana, luego de recibir unas llamadas. El sargento segundo de Tránsito Willy Álvarez, a quien le decían “El Loro”, Wálter Ávila, Eloy Yupanqui (los tres asesinados), un policía de apellido Condori y un sargento llamado Gerardo Flores. Con los 5 policías, viajó como chofer Roberto Cossío Villarroel, alias “El Carita de Ángel”, un hombre que estuvo preso por violación en la cárcel de San Pablo de Quillacollo y que está relacionado con varias bandas delincuenciales en Cochabamba, incluida la del temible “Salserín”. Las seis personas utilizaron dos vehículos, el auto de Wálter Ávila y el de “Carita de Ángel” Roberto Cossío. El primero fue hallado destrozado en el Retén de Epizana, a 126 kilómetros de la ciudad. Del segundo, no hay rastros. Se presume que los otros dos policías y el ex recluso se dieron a la fuga con la “kurpa” (carga de droga) en el motorizado de “Carita de Ángel”.Este “operativo de control”, que se dirigió de prisa a Epizana estaba liderada por el Sgto. Gerardo Flores que recién habría sido destinado a la Unidad Policial Comunitaria (UPOLICOM) y que tiene contactos con algunos pisadores de coca y gente relacionada al narcotráfico, quienes le pasaban datos sobre los vehículos en los que saldría la mercadería de droga, el horario y el lugar por donde estaba planificado el paso de la cocaína. Modus operandiEn cuanto Flores se enteraba de la salida de una “pilcha” (carga de droga), se comunicaba con Willy Álvarez, para coordinar un “operativo de control” de licencias de conducir, por el sector donde estaba previsto que pase el vehículo esperado. Álvarez a su vez, convocaba a los demás. Si estaban de turno, no era un inconveniente: abandonaban sus fuentes de trabajo o falsificaban bajas médicas con ayuda de otro policía, cuyo apellido se guarda en reserva. En el caso de los policías Willy Álvarez y Eloy Yupanqui, se verificó ya que las bajas médicas que presentaron ante la Jefatura de Personal de la Policía, eran falsas.El grupo solía trasladarse a diferentes retenes o caminos por donde estaba previsto el paso de la droga, munido de chalecos de Tránsito, manillas desechables para esposar a los detenidos, señales de alto para que los vehículos frenen al llegar al punto de control, armas, celulares y otros implementos. Con la información recibida sobre el modelo, marca, color y placa del vehículo que transportaba la droga, controlaban licencias y al detectar al motorizado esperado, lo rodeaban y revisaban hasta los mínimos resquicios para hallar la droga. Si los transportadores se resistían, los golpes y disparos eran frecuentes. Finalmente, se llevaban la droga, alijos de 5, 10, 15 y hasta 20 kilos en algunas ocasiones, liberaban a los detenidos más adelante, con la certeza de que ningún narcotraficante los denunciaría por el decomiso de la ilícita mercadería. Después, el botín era entregado al mismo contacto que les proporcionaba la información inicial y él se encargaba de ofrecer la droga a otros comercializadores. En ciertas oportunidades, efectuaron dobles volteos, es decir, cuando el contacto citaba al nuevo comprador de la droga en lugares alejados, de pronto “aparecían” los policías (el mismo grupo) que se hacía pasar por miembros de la fuerza antidrogas y se llevaban no sólo la droga, sino también el dinero que el comercializador iba a pagar. “Medina sabía”El dinero decomisado directamente a los narcos y el de la venta de la droga, era repartido en función a la participación de cada miembro del grupo y, según las mismas fuentes, de estos volteos de droga estaba enterado el subcomandante Departamental de la Policía, Cnl. Ismael Medina, desde el tiempo en que él era director de Recursos Humanos del Comando y ayudaba a los policías a obtener puestos estratégicos en lugares donde “se puede sacar dinero”.Los policías no le decían toda la verdad a Medina. Si habían “volteado” 15 kilos de droga, le informaban que habían sido 3 kilos y le daban una pequeña parte de la recaudación, equivalente a 3 botellas de whisky y hasta 2.000 dólares, en algunos casos. Luego del operativo de Epizana, uno de los policías, al parecer Wálter Ávila, debía llevar 7 “gambas” (700 dólares) al comandante Medina. Epizana se descontrolóEl 25 de febrero de 2008, el grupo iba a realizar un volteo importante en Epizana. El vehículo al que esperaban era el de Zenón Soria Orellana, hermano del corregidor Juan Soria. Cuando fue interceptado y se empeñaban en revisar el motorizado por dentro, las cuatro personas que estaban en su interior reaccionaron violentamente y se resistieron. Hubo insultos y golpes. En medio de la trifulca, tres de ellos (Gerardo Flores, policía Condori y Roberto Cossío Villarroel (Carita de Ángel), lograron escapar con la droga. En su condición de hermano del Corregidor, Zenón Soria Orellana armó un escándalo. Algunos “narcos” anoticiados, protestaron porque no era la primera vez que Álvarez y Gerardo Flores les robaban droga. Surgieron voces como “¡a mí me han volteado 15 kilos!”, “¡a mí me voltearon 10!”, “¡a mí me voltearon 20!” La ira se apoderó de estas personas, quienes decidieron lincharlos para librarse de una vez de todos sus abusos.Para ello, decidieron incitar e instigar al delito a los comunarios de todos los alrededores, señalando a los efectivos como falsos policías y autores de robos perpetrados a domicilios. Las convocatorias por radio permitieron una masiva afluencia de gente de diversas comunidades. Los policías tomados como rehenes pidieron perdón de rodillas, pero nada convenció a los comunarios. La sentencia de su muerte estaba dictada y los “narcos” sólo esperaron que la multitud se hiciera fuerte. Ríos de alcohol corrieron alimentando la furia de los campesinos, mientras los tres policías estaban encerrados en el segundo piso de la Casa Comunal. Dieron un plazo para traer a un fiscal o al juez de Totora. El incumplimiento y el decomiso de una sierra eléctrica a los campesinos que bloqueaban los caminos de acceso, desbordaron el odio. A las 9:45 minutos del 26 de febrero, los tres policías estaban sacrificados.
“Para Medina valían más muertos que vivos”
La viuda de Willy Álvarez denunció, hace varias semanas, que antes de salir a Epizana, su esposo recibió la llamada del Cnl. Ismael Medina y que Álvarez le respondió; “Sí, mi coronel, en zeta (de prisa) salgo ahora”. También fue visto de uniforme en el Comando de la Policía, el 25 de febrero, antes de irse a Epizana.De acuerdo a la descripción de las fuentes de OPINIÓN, el Cnl. Ismael Medina sabía de lo que ocurrió en Epizana desde la una de la madrugada del 26 de febrero. No sólo por las llamadas continuas de varias personas de Epizana, sino también porque los policías que lograron huir, le habían dado parte del cerco que les tendieron. En lugar de ir él a rescatar a los policías, envió un contingente con 15 policías al mando del supervisor del Cercado, Tcnl. Ricardo Pacheco. El grupo de la UTOP llevó varios tachos de gases lacrimógenos, pero no los utilizó, porque según las fuentes, Medina había dado la orden de no gasificar y esperar. Al llegar a Epizana, según el relato de una de las fuentes, Pacheco sí vio a los tres policías, amarrados, golpeados y éstos lo miraron “como a un dios, pensando que estaban salvados”. Pese a las tratativas, los dirigentes no quisieron entregar a los policías rehenes. Pacheco llamó desesperadamente a Medina y le dijo que los comunarios pedían un fiscal, pero que eran necesario más refuerzos, porque había mucha gente y que el plazo vencía a las 8:30 de la mañana. Medina habría respondido que espere, que pronto llegarían. Al retornar a Epizana, todo se complicó porque los comunarios eran muchos más y cercaron al contingente. Al ver que los refuerzos no llegaban, el contingente salió de nuevo en busca de un teléfono hasta Tiraque. Junto al fiscal Irving Avendaño, las dos camionetas de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (Felcc), salieron de la laguna Alalay recién a las 9:30 de la mañana del 26 de febrero y todavía perdieron el tiempo dirigiéndose hasta el centro de la ciudad, a recoger al subcomandante Ismael Medina del Comando Departamental de la Policía, que está ubicado frente a la plaza 14 de Septiembre. En el camino, una “oportuna” falla mecánica demoró aún más la llegada de los refuerzos, que finalmente entraron a Epizana a las 12:05 horas, sólo para recoger los cadáveres de los tres uniformados.“Para Medina era más conveniente tardar, porque si los rescataba con vida, las investigaciones iban a descubrir el tema de los volteos y que él estaba implicado, los tres policías valían más muertos que vivos”, aseguró una de las fuentes.A pesar de que la viuda de Álvarez advirtió que tenía la certeza de que su esposo fue convocado a Epizana por orden del subcomandante Medina y que haría conocer otros detalles de lo sucedido, hasta la fecha los investigadores de la Dirección Nacional de Responsabilidad Profesional del Comando Policial, ni siquiera la escucharon y menos aún le tomaron sus declaraciones. La viuda sólo dijo su verdad ante la Fiscalía Anticorrupción, que también investiga el trasfondo de lo ocurrido en Epizana.Qué dice MedinaEl subcomandante Ismael Medina, negó enfáticamente estas denuncias y aseguró que existen camaradas que se sienten afectados por los cambios que ordenó cuando era Jefe de Personal del Comando el año pasado y que hoy, buscan defenestrarlo y acabar con su carrera policial.“Es una guerra sucia contra mí, jamás conocí a los policías linchados hasta el día que recogí sus cuerpos, nunca recibí nada de ellos, no sé nada de volteos de droga y me preocupa mucho que se formen este tipo de grupos dentro de la Policía y ni siquiera se de más policías involucrados en lo de Epizana”, señaló Medina.
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