Cada semana sabemos de ‘operativos exitosos’ contra el narcotráfico en el país; casi nunca encuentran gente en ellos y, si lo hacen, son cuidantes o pinches reemplazables por otros iguales. Algunas veces cae detenido un responsable de cargamento, chico, pero dueño al fin; muy rara vez alguien más o menos importante y otras contadas veces supimos de ‘emisarios’ de cárteles colombianos o mexicanos detenidos. A veces parece que vivimos en una especie de ‘Arca de Noé narco’, donde el que logró sacar su cargamento trae su plata a Bolivia y está ¡a salvo! Claro, como en los años 80 o 90, los narcos han vuelto; muy democratizada la actividad, se puede ver a pequeños narcos en ‘transformers tuneados’ o en vehículos siniestrados traídos de EEUU, y a los grandes, que parecen no haberse ido nunca.
Estos, los grandes, son los que más llaman la atención, porque son ganaderos, agricultores, inversionistas que logran camuflar su actividad en otra que no deja huella: una vaca siempre será una vaca, igual que un grano será un grano en manos del que sea. Tienen actividades conectadas al campo, a la agricultura; venden semillas, están en la construcción, en el sector inmobiliario y, cuando pueden, sus hijos o ellos mismos, dependiendo de la edad, tienen llamativos comercios de ropa, autoventas, gimnasios, discotecas; se dedican a deportes extremos, automovilismo; tienen clubes de peleas de alto impacto; sus padres los inscriben en universidades donde aparentan estudiar (o lo hacen) y buscan estar ‘en todo’, a fin de mimetizarse entre la gente cuyos padres tienen actividades legales.
Claro, no siempre logran mimetizarse porque su objetivo parece ser que los noten por su dinero; al final, la plata es plata y no importa de dónde viene en una sociedad en la que tener a veces importa mucho más que ser o saber. En 1985, la misma actividad, que volvió con fuerza a Bolivia, se llevó a uno de nuestros mejores hombres: Noel Kempff Mercado. No sé si estamos esperando que la consecuencia del ‘nomeimportismo’ se lleve a alguien más para reaccionar y pedir a las autoridades que, igual que en los ‘operativos’, investiguen como es debido y actúen en consecuencia, simplemente con el afán de cortar o dificultar un circuito que parece estar intacto. Volvieron...
Los violentos aborrecen el diálogo, prefieren resolver los conflictos con el uso de la fuerza física, las armas, la tortura y el miedo. Los que aman la paz, se oponen al uso de las armas y buscan por sobre todas las cosas el entendimiento, la fraternización.
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domingo, 7 de junio de 2015
no son las "golondrinas" que volvieron a hacer nido, son "los narcos que volvieron" bien camouflados al amparo que leyes masistas que les permiten transferencias de dinero, encontrar una "clase social" diferente, acomodar a sus hijos, dotarles de modernos vehículos, lo cierto es "que los operativos" no producen frutos efectivos nos lo cuenta Valverde en El Deber,SC
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