La intención del ministro de Economía, Luis Arce Catacora, de cobrar
impuestos a los cocaleros del país llevó a que el ministro de Gobierno,
Carlos Romero, aclare que solo se podría hacer esa cobranza a los
cocaleros legales. El tema tiene que ver con una situación incierta,
pues las leyes que establecen la cantidad de cocales que pueden existir
en el país han quedado en medio de la incertidumbre, aunque nunca se las
ha abrogado.
Lo que dicen las leyes es que en el país solo
pueden existir 12.000 hectáreas de coca, porque ese fue el cálculo hecho
en su momento sobre la extensión de los cultivos necesarios para
atender la demanda tradicional de la hoja. Esa extensión figura en los
compromisos que tiene el país con las Naciones Unidas, compromisos que
llevaron a definir como ‘excedentarios’ a los cocales ilegales que
existen, un eufemismo para no llamarlos directamente ilegales, porque se
prevé que han de ser eliminados.
Los argumentos de los cocaleros
ilegales para no cambiar de cultivo hicieron que esta situación se
mantenga en la actual incertidumbre y deje abierta la posibilidad de que
los cultivos no autorizados crezcan a voluntad, enfrentados a
insuficientes esfuerzos por eliminarlos.
En 2008, la Unión
Europea propuso al Gobierno elaborar un estudio para establecer, con
métodos científicos, cuántos consumidores de hoja de coca, en forma de
acullico, existen en el país, lo que permitiría corregir el cálculo
anterior que había fijado las 12.000 hectáreas. El estudio ha sido
terminado hace cuatro años, pero por alguna razón se demora la difusión
de sus resultados. Salvo que hubiera sido dejado en suspenso para
completarlo con nuevos datos, pero eso parece inverosímil.
Ahora
que el país tiene una economía saneada, según dicen las autoridades,
sería conveniente que se difundan esos datos y se pongan en práctica sus
conclusiones, limitando los cultivos de coca a la extensión que
corresponda.
No se trata solamente de motivaciones de afán
estadístico, sino la necesidad que tiene el país de reducir los cultivos
ilegales de coca para frenar de esa manera el narcotráfico, una
actividad en manos de delincuentes que siembran la inseguridad y la
violencia.
Y cuando se haya logrado todo eso, correspondería
cobrar los impuestos que el ministro Arce ha propuesto, pero solo a los
cocaleros legales, nunca a los ilegales
Los violentos aborrecen el diálogo, prefieren resolver los conflictos con el uso de la fuerza física, las armas, la tortura y el miedo. Los que aman la paz, se oponen al uso de las armas y buscan por sobre todas las cosas el entendimiento, la fraternización.
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miércoles, 24 de junio de 2015
magnánimo El Deber deja como "posible" un impuesto a la coca, aunque luego en el mismo texto deja entender que ello sucedería cuando se tenga medida la cantidad de coca que se requiere para el acullico o sea, en buen romance "nunca", además el ministro Arce Catacora no es el impulsor de tal cosa, hubo un extenso debate en internet hace tres años y fueron cientos los ciudadanos a favor de este impuesto, el mismo que pagan todos los sectores "legales de la sociedad boliviana".
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