Un reportaje publicado por EL DEBER, escrito en Lima por Iván Paredes, es una revelación sobre el grado en que ha crecido el narcotráfico en Bolivia, a tal punto que se ha convertido en el territorio donde se adultera y empaqueta la droga peruana para reexportarla. El informe muestra que, como se sospechaba, este sector económico multimillonario ha instalado en Bolivia un sofisticado aparato que permite exportar en 9.000 dólares el kilo de cocaína, con un incremento del 1.000% en el precio respecto del que tiene en Perú.
La libre comercialización de productos químicos que se da en Bolivia pone a los narcoindustriales y narcotraficantes bolivianos en gran ventaja frente a sus colegas peruanos, que se han convertido en simples proveedores de materia prima semielaborada, que es la pasta base. Los datos recabados en Perú reflejan la actitud de impotencia que muestran las autoridades de ese país frente a lo que ocurre en Bolivia, donde están permitidas actividades que allí están prohibidas.
El caso más notorio es el oro producido por la minería que en Perú se llama ‘ilegal’, y es traído a Bolivia, donde es registrado como producido por ‘cooperativas’ protegidas por la legislación boliviana.
Está pendiente todavía, respecto de la cocaína, la reclamación formal que hizo el zar de las drogas de Perú, Alberto Otálora, quien dijo que el 85% de las avionetas que sacan la pasta base del territorio del Vraem (Valle de los ríos Apurimac, Ene y Mantaro) hacia Bolivia tienen matrícula boliviana.
La fuerza aérea de Perú, que está esperando autorización para derribar esas avionetas, bombardea regularmente las pistas clandestinas que usa el narcotráfico en territorio peruano, pero no ocurre lo mismo con las pistas que sirven a ese mismo propósito en territorio boliviano.
Todo el reportaje del periodista Paredes debería inspirar a las autoridades nacionales para meditar acerca de la reputación de Bolivia en la región, pero sobre todo para encarar con todas las armas necesarias una actividad ilegal que ha sido capaz de camuflarse y buscar padrinazgos en el país.
Lo importante es cuidar la moral ciudadana, la dignidad como un valor permanente de las personas, lo que lleva a crear condiciones para que las nuevas generaciones de bolivianos no estén condenadas a vivir en el infierno de las drogas
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