Una de las peores consecuencias del narcotráfico en Bolivia, además de la violencia y la inseguridad que tiene a la ciudadanía viviendo en ascuas, es la creciente oferta de estupefacientes que estimula el incremento de comunidades o ‘gremios’ de consumidores y adictos en varias ciudades del país. La venta de drogas se da por doquier y su consumo está afectando a más jóvenes y adolescentes. La adicción alcanza cada día a más mujeres, desde temprana edad, que son presionadas para usar el sexo como moneda de intercambio, según el crudo testimonio de un drogadicto que intenta rehabilitarse.
Los resultados de una encuesta nacional realizada por Ipsos Bolivia entre abril y mayo de este año en ciudades capitales y en poblaciones rurales, reflejan la preocupación ciudadana frente al apogeo del narcotráfico. Un 67% de los bolivianos encuestados cree que se trata de un problema ‘muy grave’ y un 42% considera que son ‘deficientes’ los esfuerzos del Estado frente a la ilícita actividad. Un 80% respondió que más de la mitad de la coca que se cultiva en el país va al narcotráfico y un 42% opinó que la mejor manera de enfrentar este flagelo es con la erradicación forzosa de los cocales. La consulta revela, además, que un 57% de los encuestados dice que se vende alucinógenos en la zona donde viven, mientras que un 66% conoce o ha visto a personas consumiendo drogas alguna vez.
Los ciudadanos están muy inquietos porque ven por todas partes la venta de estupefacientes en sus diferentes formas. Las calles, las rotondas, los colegios, los bares y rocolas se han convertido en sitios de expendio casi indisimulado de todo tipo de drogas. Un informe del director nacional de la Fecln señala que en los dos últimos años se incrementó la incautación de 200.000 a más de 800.000 sobres de cocaína, más de 1,9 millones de paquetes de marihuana y que con diversos operativos se ha impedido la distribución de ocho millones de dosis de estupefacientes en el territorio nacional. Las pastillas tranquilizantes también están entre las de mayor consumo, con efectos peligrosamente perturbadores.
El problema de la drogadicción, derivado del narcotráfico, se agudiza por falta de planes y recursos para las tareas de prevención y rehabilitación. Para competir con los millones que mueve el narcotráfico, el Gobierno podría encarar mejor –con menos derroche y más sensatez–, la lucha que decidió ‘nacionalizar’ contra un mal que está envenenando a más bolivianos cada vez
Consejo Editorial: Pedro F. Rivero Jordán, Juan Carlos Rivero Jordán, Tuffí Aré Vázquez, Lupe Cajías, Agustín Saavedra Weise y Percy Áñez Rivero
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