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lunes, 13 de agosto de 2007

El "cerebro de Bush" se acaba de marchar

Ha causado estupor en todo el mundo, el intempestivo alejamiento de Karl Rove, un asesor de extraordinaria sangre fría, calculador y sin escrúpulos, capaz de articular las tareas más difíciles emprendidas por el ocupante de la Casa Blanca. Ahora mismo se escriben quizá algunos cientos de artículos describiendo la tarea de Rove en el íntimo círculo de "los iluminados del Presidente", de ahí el texto que reproducimos (una parte) de los c.c. de IAR-Noticias, acertados como siempre:

El "cerebro" de Bush

En el año 2004, año de las elecciones presidenciales, se estrenó en varias ciudades de los Estados Unidos un documental titulado "El cerebro de Bush" , cuyo argumento se basó en un exitoso libro escrito por Wayne Slater y James Moore, periodistas de Texas.

Como idea principal el documental sostenía que hay un estratega en Washington y "tiene un plan" ("el hombre que siempre tiene un plan", lo llama el presidente), que se encuentra en el entorno de George W Bush, y que brilla con luz propia dentro del círculo de halcones de la talla de Rice, Cheney, Rumsfeld o los más avezados integrantes del lobby judío del Pentágono.
El filme, producido y dirigido por José Mealey y Michael Paradies Shoob, sostiene que Karl Rove es "un político despiadado, táctico y brillante", el cerebro ejecutor capaz "de darle forma a la política de la nación".

Más allá de la pelicula, nadie discute es que Karl Rove no sólo ha sido el creador de todas las campañas políticas de George W. Bush, sino también el hombre que construyó la imagen pública y los discursos del actual presidente de EEUU.

Karl Rove nació el 25 de diciembre de 1950, en Denver, sus ambiciones políticas lo llevaron a abandonar sus estudios en la Universidad de Utah para unirse a la campaña de un senador republicano. “Soñaba con ser presidente y hacía lo imposible por conseguir autógrafos de un gobernador”, dice de él la revista española Que Pasa.

De bajo perfil, acostumbrado a manejarse en las sombras, temido y odiado por los periodistas, sobre Karl Rove, oficialmente "un consejero" presidencial, se tejen distintos mitos que ahondan en un pasado "turbio" donde se mezclan la realidad y la leyenda en un mismo plano.

Señalado indistintamente como el "Goebbels de Bush", o como un simple hampón de la política infiltrado en Washington, Rove construyó poder bajo el ala del clan Bush, como amigo personal de W. a quien conoce desde hace treinta años, y protegido por el jefe de la familia, ex el presidente George Bush quien lo introdujo en la política cuando sólo era un joven veinteañero.

"El hombre detrás de la cortina", "el rey Karl", "el inventor de un Presidente", "el cerebro de Bush", de todas esas formas se le llama a este consejero, de quien se dice que tiene una influencia en el entorno presidencial sólo comparable a la que ejercen Condoleezza Rice o el propio vicepresidente Dick Cheney, el socio y compañero de andanzas del padre de Bush.

Pero más allá de esas leyendas, Karl Rove es el hombre que con sus estrategias electorales lo llevó a W. Bush a ocupar la gobernación de Texas, a su reelección como gobernador, y luego a ocupar el sillón de la Casa Blanca, la máxima jerarquía política en el estado imperial norteamericano.

De Rove, un especialista en acción psicológica y en inteligencia política, se dice que es el "constructor" electoral de Bush, a quien condujo desde que comenzara su carrera en la gobernación de Texas.

En realidad, Bush y Rove, con pocos años de diferencia entre ellos, se "construyeron juntos", a partir de una larga carrera política que comenzó en el año 1973 cuando ambos se conocieron en el entorno de Bush padre, el verdadero cerebro "en las sombras" que se proyecta en todas las decisiones presidenciales de su hijo W.

Fue precisamente en la campaña presidencial de Bush padre, a fines de los 80, donde W. y Rove comenzaron a diseñar sus primeras tácticas y contactos con el cerrado mundo de la derecha conservadora y del fundamentalismo cristiano estadounidense.

Como afirma en su libro el teólogo protestante Juan B. Stam (“Un exorcista para G. W. Bush”: 4 de agosto de 2003), cuando W. Bush y Rove trabajaban en la campaña para la elección presidencial de Bush padre, ambos actuaban de enlace con el sector “evangélico”. “Los dos manejaron a la perfección la semántica de esa subcultura. Mientras otros candidatos discutían los temas polémicos, Rove aconsejó a Bush que simplemente hablara de su fe".

Desde entonces, según Stam, Bush hijo se presentaba como “un hombre con Jesús en su corazón”. Cuando un periodista le preguntó quien era su filósofo sociopolítico favorito, Bush contestó: “Jesús, porque cambió mi vida”.

Eso correspondía perfectamente al individualismo extremo del fundamentalismo y constituye lo que en el metalenguaje de subcódigos evangélicos se llama “testimonio personal”.

El "testimonio personal" de Bush configuró la leyenda (inventada por Rove) del presidente fundamentalista norteamericano que situó al "terrorismo islámico" como el nuevo enemigo estratégico de la humanidad tras la desaparición de la URSS.

Una hipótesis de conflicto que (como ya se está comprobando) continuará con el próximo que ocupe la Casa Blanca, y cuando Bush y su "cerebro" solo sean ceniza de la historia.

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