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martes, 12 de septiembre de 2017

Humberto Vacaflor muestra el poder de "la transnacional de la coca" que no es otra que la capacidad de producción de los cocaleros de la hoja destinada a la droga. nos da cifras bastante realistas de cómo funciona este meganegocio bajo el indisimulado "manto protector del Estado" lo que está llevando a transformar a Bolivia en un estado fallido como Somalia, Afganistán, México y posiblmente Colombia. Resulta simplemente alarmante!



Transnacional de la coca


Pocos bolivianos toman en serio el desafío de la coca. Sin embargo, Carlos Toranzo le dedicó al tema un artículo que incluye una lista completa de sus angustias sobre Bolivia y Emilio Martínez aportó con una crónica sobre los alcances internacionales de esta pesadilla.

El aporte de mi amigo Carlos Toranzo tiene el valor de ser el primero de un economista –y él es uno de los mejores– que admite la existencia de un problema sobre el que no hay estadísticas. Los demás dicen que no se puede analizar algo que no tenga estadísticas, dejando al problema en una muy cómoda situación.

Estadísticas no faltan. Sabe la DEA que en Bolivia se producen 230 toneladas de cocaína por año. Y desde Perú, el diario La República dice que de las 300 toneladas que allí se producen, la mitad (150) se vienen para Bolivia, “donde están los mejores laboratorios de Sudamérica”. Es decir que en Bolivia se cuenta con 380 toneladas de pasta. El mismo diario peruano dice que de cada tonelada de pasta, los laboratorios bolivianos obtienen tres de clorhidrato. Con lo que estamos hablando de más de 1.000 toneladas/año.

Es mucho dinero: cada kilo puesto en frontera cuesta $us 6.000. Así es fácil que Chapare se haya convertido en el mayor centro del poder político y, sobre todo, económico del país. Un superestado que sucede a Potosí y La Paz en el país del poder político rotatorio. De allí surge un poder financiero tan grande que está abarcando otras actividades. Vende ripio chapareño en Santa Cruz, desafiando las leyes del comercio, con volquetas que recorren 300 kilómetros para entregar un producto a menor precio del que solo recorre 20 kilómetros desde el Piraí, como si se tratara de un producto de descarte, pues sería solo el pretexto para llegar más cerca de Brasil.

Emilio Martínez, otro amigo, nos hace notar que en Argentina las “cocinas” (fábricas de cocaína con materia prima boliviana) son los instrumentos usados por el poder político ligado al kirchnerismo. Las “cocinas revolucionarias” buscan repetir la hazaña de las FARC en Colombia y de las 6 federaciones de cocaleros de Chapare en Bolivia. La propuesta “revolucionaria” vinculada al narcotráfico, conocida ya en Somalia, Afganistán, México, Colombia… 

sábado, 9 de septiembre de 2017

Alvaro Puente muestra las veces que Bolivia cayó, como hoy mismo, en las "garras del narcotráfico" es que son tan poderosas que nadie escapa de su "diabólico poder". ha sucedido en el pasado reciente y sucede hoy. los pesos pesados siguen alargando sus garras, mientras permanecen impunes.


Las garras del narcotráfico


No sé muy bien por qué recordábamos estos días la historia de Huanchaca. No sé por qué, pero me alegra. Debiéramos recordarlo mil veces para aprender. No fue algo absurdo. No fue una fantástica coincidencia. Fue terriblemente real. Fue posible. Puede volver a suceder por aquello de que las mismas causas producen los mismos efectos. 

Don Víctor Paz era el gran estadista. El más prestigioso político. Su Gobierno parecía de instituciones bien pensadas y mejor definidas. Pero no era así. Tomó grandes medidas para recuperar la economía, pero no pudo librarse de las garras del narcotráfico. Cuando supimos que en la serranía de Huanchaca acababan de matar a don Noel Kempff todos querían partir a pillarlos con las manos en la masa. Nadie pudo acercarse a la inmensa factoría. El Gobierno lo había prohibido y cuidó celoso que se cumpliera su orden. Solo cuando salió el último trabajador de la fábrica, cuando todos estuvieron a buen recaudo, recién el ministro encargado levantó el veto ¿Por qué? ¿Los protegía porque no eran suyos? Luego, sin prisas, desde el Gobierno negociaron, uno a uno, los tambores de precursores que misteriosamente aparecieron en sus manos. No disimularon por un minuto. Gobierno y DEA mostraron que eran parte del delito.

Habíamos hecho escándalo internacional por la protección de García Meza y Lucho Arce al narcotráfico. Paz Estensoro y Barthelemí no estuvieron muy lejos. Luego, el MIR y Jaime Paz pecaron de lo mismo. Oso Chavaría fue un botón de muestra de lo que se cocinaba. Las narcofotos eran la broma. El drama fue el narcomatrimonio del Gobierno con la cocaína delincuencial. Acabó en la cárcel su monje negro, pero no cambió la relación.

Después llegaron al poder el MAS y los cocaleros. Llegaron con alardes de austeridad y de pobreza, pero sus funcionarios cayeron presos por todo el mundo. A René Sanabria y Oscar Nina, responsables de la decencia oficial, los pillaron en los grandes mercados internacionales negociando narcotráfico químicamente puro de grandes proporciones. No quedó resquicio ni para media disculpa oficial. No murió ahí el contubernio. En 1.000 allanamientos y desmantelamientos, por elemental amistad, jamás se tomó por sorpresa a los pesos pesados. El tiro de gracia fue la caída de aquel jefecillo de un grupo Che Guevara, indicio de que el mismísimo partido habría optado por esa línea.

Si Huanchaca costó la vida de don Noel y sus acompañantes, ¿qué precio tendremos que pagar para volver a tener un cambio radical?