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domingo, 5 de julio de 2015

Carlos Valverde como en muchos asuntos de interés fue de los primeros en denunciar la presencia de carteles de la cocaína en Bolivia, tibiamente el Gobierno respondió que lo que existe son "emisarios", ahora NNUU pide que Evo se dedique a desbaratar esa presencia y que exhiba pruebas de su seriedad. gracias Carlos por este nuevo servicio a Bolivia

Aunque ya sabemos que un emisario es una persona enviada (por alguien, legal o ilegal) a un lugar para llevar un mensaje, tratar temas en su nombre o para mediar en una situación, tal ‘condición’ parece no incomodar al Gobierno, que ha minimizado la presencia de extranjeros que se encargan de asuntos de narcotráfico, a quienes llama ‘emisarios’. A su tiempo, los ministros de Gobierno argumentaron que los narcos extranjeros que están por acá “simplemente son emisarios” relacionados con quienes manejan la actividad ilegal; suponemos que controlan laboratorios donde se cristaliza la cocaína, calidad, entrega y embarque a diversos destinos como Brasil, Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay.
Personalmente retruqué el calificativo desde donde tocó hacerlo, no se me dio importancia, hasta que NNUU le pidió al Gobierno que el país se dedique a luchar contra las grandes redes de droga, “evitando” la presencia de ‘emisarios’ del narcotráfico internacional. Supongo que se acabó el ‘eufemismo’ (expresión suave que sustituye a otra considerada tabú o demasiado franca) y que algo se va a hacer. Que quede claro: los ‘mandados’ son empleados de una organización dedicada al narcotráfico; son capataces con un mandato muy claro, consecuentemente, sería bueno que se actúe como corresponde. El Gobierno sabe que están en Chapare, en la provincia Ichilo (San Germán), en las tierras de los qaqachacas y en las ciudades donde hay actividades del narcotráfico.
Hasta ahora no hay en Bolivia una actividad violenta del narcotráfico, es correcto reconocerlo, aun cuando hay frecuentes ‘ajustes de cuentas’ en las calles cruceñas, pero no la violencia de la que oímos en otros países, seguramente porque acá el narco depende del control de la coca que realiza el sindicato o la federación que está en Chapare y de cuán difícil se ponga el Gobierno. Hablamos de las dos puntas del ovillo; lo que se haga y lo que pase en el medio depende de que se los pueda seguir llamando eufemísticamente emisarios o que se pase a considerarlos ‘cárteles’ como corresponde. En ese caso, seguro deberán tomarse otras medidas, esas que el Gobierno quiere evitar para que este país no sea, además de proveedor de hoja y fabricante de cocaína, un espacio de violencia.

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